O no llegamos… o nos pasamos
Dmitri Prieto
HAVANA TIMES — Ya pasó más de un mes del inicio de la campaña de las “cintas amarillas” por el regreso de los 4 cubanos presos en los EE.UU., y podemos ver cómo el amarillo –color también de la Virgen de la Caridad y de la Orisha yoruba Oshún- sigue presente en la ciudad, dentro de su compleja polisemia de simbolismos espirituales, conformismos tácitos y compromisos políticos.
Afortunadamente las expresiones extremas fueron eliminadas desde el buen sentido común. Ese sentido común que no tiene nada de radical ni de constestatario ni siquiera de crítico, pero que a veces nos ayuda enormemente para la convivencia minimizando la agresión.
A alguien se le ocurrió ponerle una cinta amarilla a la estatua de José Martí en el Parque Central habanero, justo en su dedo índice. Me siento feliz que se la hayan quitado. Sólo me da algo de resquemor lo barroco del performance de la instalación y posterior desinstalación del símbolo amarillo en el dedo del Apóstol. Y es triste.
Ni tampoco flota ya sobre El Morro aquella bandera amarilla que –como sabe cualquier conocedor de cosas navales o cualquier lector de Gabriel García Márquez (Amor en tiempos de cólera)- resulta que simboliza una alerta de epidemia.
Fue sustituida por un gran lazo amarillo en el phallus del faro, que ya tampoco está ahí.
Deseo a los 4 en sus casas. Por lo demás, los de acá o no llegamos – o nos pasamos.
es el ángel de la jiribilla lezamiano, que es muy juguetón en sus maneras de manifestarse…