Juan Manuel Cao y su nuevo programa “El Espejo”
Yenisel Rodríguez Pérez
Carente de conexión real con los intereses y necesidades cotidianas de la gente común y sin un explícito respaldo político por parte de los exiliados políticos y los emigrantes llegados de Cuba.
“El espejo” tiene como misión principal continuar nutriendo la cincuentenaria demagogia de una élite política y económica que usa el discurso de “la lucha política contra el castrismo” para que se mantengan en resguardo un estatus y un patrimonio. Esto es lo más importante.
El programa padece de una falta total de carisma, de una ética periodística ambigua y de un tono vulgar mal disimulado por su presentador.
En el programa existe una sección que caricaturiza, sin proponérselo, la transparencia política y el compromiso moral con las ideas propias.
El invitado del programa debe literalmente pararse frente a un espejo. Allí, delante de todos, televidentes y equipo de producción, debe confesar la dignidad de su actuar personal y su compromiso con las buenas ideas.
En los dos últimos programas vemos a Juan Manuel Cao satirizar el comentario de sus invitados al interrumpirlos para regalarles sendos rollos de papel sanitario con las imágenes de Fidel Castro y de Hugo Chávez impresas.
Un chiste viejo y de mal gusto, sobre todo para un programa que se anuncia con campanadas de crítica profunda y perspectiva revolucionaria.
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