Ateismo obrerista en Cuba

Yenisel Rodríguez Pérez

Foto: Caridad

Las revoluciones populares, como la acaecida en Cuba en 1959, crean profundas huellas en la cultura cotidiana del pueblo. Huellas de todo tipo. Unas propician futuras liberaciones, otras gestan opresiones por nacer.

Cada revolución crea sus propias huellas-ángeles y sus propias huellas-demonios. Estas quedan al amparo del pueblo cuando el gobierno extravía los sagrados caminos del bien común y de la justicia social. Allí en los hogares las podemos encontrar, tintineando en el universo del día a día. Tomando fuerzas para acomodarse a los disciplinados dominios posrevolucionarios.

Ateismo Obrerista

Una de esas huellas, de las más terribles. En adopción nos la dejó la desaparecida revolución de 1959. Ateísmo Obrerista, modalidad popular de la otrora ideología antirreligiosa oficial. Fue implantada a partir de 1960, estando vigente hasta inicios de la década de los noventa del pasado siglo. El gobierno fundamentó y ordenó dar muerte a los dioses todos, a las religiones todas. La revolución se nutriría de verdades objetivas fundamentadas en la ciencia y la razón.

El pueblo revolucionario acató la orden

Intentaron aniquilar la fe que llevaban dentro de sí mismos, para luego exterminar la del compatriota. Pero el cumplimiento del deber ateísta se trastocó con la enraizada religiosidad cubana. Comenzaba así la complicidad entre deber cumplido y deber vivido.

La perseverancia de la fe religiosa individual protegió el amor a los dioses de las consignas científicas y de la razón. Sin embargo, la fe ciega en los líderes políticos incitaba a la exorcización ateísta del vecino. Asesinar la religiosidad del prójimo aseguraba el ocultamiento de la creencia individual.

Fue un “todos contra todos” que término por dañar nuestro imaginario políticorreligioso, al enfrentar en un duelo a muerte ideales revolucionarios contra ideales religiosos. Se enfrentaban quienes por mucho tiempo habían subsistido hermanados en un mismo bando.

La revolución ha muerto

Vienen tiempos de contraofensiva y refundación revolucionaria. Tareas que exigen precisar que hacer con las huellas-ángeles y las huellas-demonio que nos ha legado la última revolución cubana. Decidir, por ejemplo, que hacer con ese ateismo obrerista que pervive en mucho de nosotros tiempo después de haber sido derrotada la ideología antirreligiosa oficial. Ya no se nos ordena matar dioses ni religiones.

Esas huellas son los peligrosos tumores que devoran las entrañas espirituales de la patria cotidiana.

Anticristos inconscientes asesinan los misterios de la vida para preservar los secretos del Estado.

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