Truffaut desde la pintura de Antonio Núñez

Stolen kisses.  Por Antonio Nuñez.

Yanelys Nuñez Leyva

HAVANA TIMES — Paradójicamente Francois Truffaut no llega a mí a través del cine sino de la pintura.

A principios de este año, estudiando la obra del artista cubano Antonio Núñez (1971) encuentro una serie sobre el cine realizada en 2009 en la que transporta al lienzo distintas escenas de películas de Buñuel, Godard, Truffaut, etc.

Y aunque anteriormente había escuchado de la importancia de este cineasta dentro de la Nueva Ola Francesa, no es hasta este momento que me enfrasco en una búsqueda seria de su filmografía.

Por cuestiones del azar, la Cinemateca de Cuba, proyectó en el mes de enero algunos filmes de Truffaut, información que me llegó también de manera aleatoria, y por suerte, pude ver dos de sus extraordinarias películas: Besos Robados (1968) y Domicilio Conyugal (1970).

Pertenecientes a un grupo de filmes que tuvieron como protagonistas al personaje de Antoine Duanel, alter–ego del propio cineasta, ellas narran dos períodos de la vida este joven soñador en las que se reflejan las distintas peripecias que se suceden en ese descubrir de uno mismo pero también en esa revelación del mundo y de las relaciones humanas.

Luego, pude conseguir el gran clásico de Francois, Los cuatrocientos golpes (1959), con un Antoine Duanel, adolescente, malquerido, interpretado soberbiamente por el actor–fetiche de Truffaut, Jean Pierre-Léaud.

Der Kuss por Antonio Nuñez

Y viendo todos estos filmes regresaron a mí las pinturas de Antonio, y se esclarecieron en mi mente sus insinuaciones, sus sutilezas, sus silencios.

La mamá de Antoine besando a un hombre en la calle; la persecución de Duanel hacia una mujer cuando trabaja de detective…

Todas, pinturas de gran formato donde una lluvia de pequeños papelitos de colores, en una suerte de confeti y simulando ser collage sobre el lienzo, bañan a los personajes, haciendo peculiares las escenas y los entornos, produciendo una arcana ilegibilidad en cada imagen.

Según Antonio Núñez, estas y otras películas de este tipo, le recordaban mucho a Cuba cuando decidió irse a vivir a Alemania, no solo por los ambientes grises, las calles maltrechas, la depauperada arquitectura, entre otras cuestiones muy a tono con el Neorrealismo italiano o la Nueva Ola Francesa, sino por ese ritmo lento de la cinematografía clásica cubana, por ese espíritu que hace “perpetuo los lazos que prometen ser provisionales”[1].

[1] Parafraseando un fragmento de uno de los diálogos finales de la película de Francois Truffaut: Besos Robados.

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