Mi experiencia con Buena Fe

Yanelys Nuñez Leyva

Buena Fe

HAVANA TIMESLa música del grupo Buena Fe llegó a mí por vez primera, cuando cursaba la Secundaria Básica.

El maestro guía de mi grupo, uno de los mejores Profesores Generales Integrales que he conocido y del que fuimos su primera experiencia como educador, estaba fascinado con el trabajo que ellos realizaban.

Por lo que Buena Fe no demoró en arraigarse en el gusto musical de algunos de nosotros, adolescentes todos que tratábamos de desentrañar los enigmas de las impopulares videoclases.

A partir de ese momento el dúo guantanamero no dejó de inundarnos con sus canciones pletóricas de textos bien elaborados e inteligentes.

Discos como: Déjame entrar (2001), Arsenal (2003), Corazonero (2004) y Presagios (2006), recibían continuamente nuestros elogios, nuestras comparaciones y hasta nuestras críticas, en una suerte de debates extradocentes en los que, incluyendo al profesor, algunos participábamos.

Aunque no recuerdo exactamente en qué momento me alejé un poco del quehacer musical de Buena Fe, (quizás fuera cuando me embarqué en el descubrimiento del mar de sonoridades y figuras de la música de las que nunca había escuchado nombrar y que se convirtieron en obsesivo motivo de mi atención), la buena aceptación por parte de los medios y del público que siempre ha tenido su música, ha favorecido que me mantenga al día en cuanto a sus obras más contemporáneas.

En los últimos tiempos hasta he podido participar en algunos de sus conciertos (a lo mejor saldando algunas deudas conmigo misma), en los que he disfrutado de temas recientes y otros no tan jóvenes.

Hay mucha fe y esperanza en esas presentaciones, pero quizás deberían de cuidar la selección del repertorio en cada una de ellas, pues para sus seguidores puede ser un tanto agotador corear casi siempre las mismas canciones.

Fenómeno del que me percaté cuando asistí a los conciertos efectuados en momentos distintos en el parque de Guanabacoa, en la Escalinata de la Universidad de la Habana y más recientemente, en la Plaza Roja de 10 de Octubre.

Y es que ellos cuentan con un arsenal de buenas canciones que conmueven de la misma manera que sus grandes hits.

Las letras de Israel Rojas, (uno de sus integrantes) ganan con el paso del tiempo en madurez y hondura poética. Logrando componer un abanico variopinto de inquietudes sociales y en un sentido más amplio, inquietudes humanas que interesan a todos.

¿Acaso ese profesor mío, oriundo de la ciudad de Santi Spiritus, a la que regresó poco después de terminar nosotros la Secundaria, y en la que todavía, creo, vive y trabaja; aún disfrute  de este excelente grupo cubano y aún le siga transmitiendo como en los inicios…sus grandes ganas de vivir?

Ojalá que sí. Seguro que sí.

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