El que tiene un amigo, tiene un central

Veronica Fernandez

A decorated Cuban.

Este fin de semana me decidí a realizar varias visitas que tenía pendientes, pues con la dinámica del trabajo y los quehaceres de la casa, el tiempo se nos va pasando y descuidamos a las buenas amistades que no son culpables del ajetreo de la cotidianeidad de la vida.

A pesar de que los cubanos vivimos con demasiado estrés por todas las carencias que padecemos, no debemos pasar por alto el valor de la amistad.

A la salida de la casa me tropecé con mi amiga Raquel. Ella vive al cruzar la calle de mi casa en Cojimar (pueblo situado al este de la bahía de la Habana) y, a pesar de estar tan cerca, nos vemos muy poco, pero en esta ocasión coincidimos por puro azar del destino.

Inmediatamente me comenta que tenía a su padre ingresado en el hospital Naval y que pasó mucho trabajo para que lo atendieran, pues lo pusieron en observación y lo mantuvieron allí a la espera de la buena de dios.

Yo me quedé sorprendida mientras la escuchaba, pues pensé que lo que yo había pasado con mi madre en ese mismo sitio, ya no estaba sucediendo o al menos, mejorado. Por el contrario, todo lo que me contaba era como si estuviera viviendo aquellos días en que ella estaba ingresada.

Es decir, que al pasar más de tres años de lo que yo tuve que afrontar, ahora viene Raquel y me confirma que tuvo que protestar porque a su padre no le estaban haciendo nada y que a partir de su reclamo comenzaron a suministrarle medicamentos y fue trasladado a la sala de terapia intensiva.

Este hombre de 80 años llegó totalmente derrumbado, con pérdida de memoria y el pronóstico que le dieron es que parecía una isquemia. Por supuesto, su padre se agravó aún más y cayó en estado casi vegetativo, por lo que se vio obligada a protestar mas enérgicamente con el director del hospital por el tiempo perdido en la atencion que requería.

Mientras esto sucedía, a Alfredo no le habían dado sábanas ni frazada para taparse con una temperatura de 18 grados centígrados imperante en esa sala. Le decían a Raquel que lo que tenía era propio de la edad.

Ella sabe que el organismo de un hombre de la tercera edad es más vulnerable, lo que no podía estar tranquila viendo a su padre que se le iba de las manos por la negligencia de no ser atendido desde el mismo momento en que llegó al hospital.

Al final de todo este suplicio, logró que le hicieran caso y a través de amistades que laboran en el sector de la salud que intervinieron para que se le diera el trato y la atencion adecuada, su padre pudo salir de este nefasto lugar y fue dado de alta gracias a su comportamiento y a la fortaleza de este señor para luchar por la vida.

De inmediato, me vino a la mente este viejo refrán que siempre ha estado muy de moda en Cuba: el que tiene un amigo, tiene un central.

Alfredo, el padre de Raquel, mi vecina y amiga, fue combatiente de la lucha clandestina y miembro del Movimiento 26 de julio. Ostenta múltiples medallas y condecoraciones por los servicios prestados a la patria. Es fundador del Partido Comunista de Cuba y de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana.

Después de esto, ¿qué podemos esperar para los demás? Sobran las palabras……

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