Fidel resucita otra vez

Rosa Martinez

HAVANA TIMES — Los comentarios sobre la muerte de Fidel Castro, líder indiscutible de Cuba, querido por millones, odiado por miles, ya aparecía en la web desde hacía varios días, pero cuando Chávez resultó reelecto y el Comandante no apareció públicamente para felicitarlo se multiplicaron las conjeturas.

Los disidentes y contrarios del gobierno ya estaban celebrando la muerte de quien tiene más vida que 10 gatos juntos, pues lo han matado más de 100 veces y sigue ahí vivito y coleando.

Fidel no solo ha muerto en los cientos de intentos fallidos de la mafia anticubana de envenenar sus habanos y ropa, o en los atentados terroristas planificados para ejecutarlo en plena Plaza de la Revolución en La Habana; lo digo también por los deseos de muchos que creen que su muerte será lo que resolverá los problemas de los 11 millones de cubanos, o traerá el capitalismo de vuelta a la Isla.

Todos saben con seguridad que la muerte del Líder histórico de la Revolución no será lo que acabará el conflicto de medio siglo entre Estados Unidos y Cuba, tampoco será lo que logre que la economía cubana se recupere de forma mágica y con ella los bajos salarios de los trabajadores.

No será su muerte, ni la de Raúl ni la de ningún otro la que nos permitirán alcanzar los sueños deseados para nuestro querido país, ni los sueños de los de los de acá ni los que están al otro lado del estrecho de la Florida, de todas formas algunos siguen deseándola.

Una vez más Fidel murió en twitter y en mensajes boca a boca. Escuché que aquí en Guantánamo un grupo de disidentes se tiraron a la calle, no sé si lo hicieron por las demandas de siempre: libertad de expresión y de movimiento, pluripartidismo, mejores salarios y condiciones de vida, entre otros; quizás en esta ocasión celebraban la muerte de quien, según ellos, es el culpable de todas nuestras desgracias.

Sé bien los muchos errores que cometió Fidel al frente de nuestro país por casi 50 años, ustedes también lo conocen. También creo que es muy fácil culparlo solo a él de la desgracia de todos los que estuvieron en la UMAP, de la zafra de los 10 millones que no fue tal, de la casi guerra nuclear, de los balseros que no llegaron o de los que sí llegaron y nunca regresaron, del salario que no alcanza, de la carne que no llega a nuestro plato…

Él, como los otros dirigentes a su lado, como todos los cubanos, como tú y como yo, tiene parte de culpa en cada una de las desgracias que le ha tocado a nuestro país, él como líder, nosotros como seguidores de su ideología, o como contrarios.

Pero no pierdan el tiempo matándolo, que ya allá arriba no deben quererlo de tanto que han intentado enviarlo. Déjenlo morir en paz. Creo que ya todos se deben haber percatado que, como hizo con muchas cosas en su vida, también se va a morir cuando le de la gana.