Creo en Dios, pero no en los hombres

Rosa Martinez

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — No sé si creo en Dios, o en lo sobrenatural, solo sé que cada noche antes de dormir pido a los poderes divinos que existen en la tierra.

Les pido, primero que nada, salud y vida para mis seres queridos, especialmente para mis dos niñas, que son lo más importante de mi vida, y un hermano menor malcriado y medio loco, pero que es el hombre más cariñoso del mundo.

Después pido sabiduría para lidiar con los problemas diarios, fuerza para continuar en la lucha de la vida, suerte para mejorar la economía del hogar, y paz para mí y para el mundo.

No se si Dios existe, si me escucha o me ve, solo sé que trato de no perjudicar a nadie, no ofender y no herir a mis semejantes, y no es por temor a que las fuerzas del Todopoderoso vengan contra mí, lo hago porque solo así puedo dormir tranquilamente.

Detesto la mentira y no creo que sea capaz de matar a alguien, a menos que esa persona ponga en riesgo mi propia vida o la de algún familiar; pero esto nada tiene que ver con que la mentira y el asesinato formen parte de los 7 pecados capitales, sino con la educación que me dieron mis padres.

Ayudo a mis colegas, vecinos, amigos, y no porque Dios pide ser bondadoso con el prójimo, sino porque sé que solo el que siembra recogerá frutos, y muchas veces ni sembrando podemos recoger nada.

Quizás sí creo en Dios. Por lo menos cuando alguien querido se enferma no me canso de orar, rezar y hasta de hacer promesas. Creo en Dios cuando miro mis hijas casi perfectas,  saludables, alegres, vivas.

Si, quizás crea en Dios, pero no creo en todos los que creen en él.

No puedo creer en los que usan la religión para apartarse de sus familiares, mucho menos en los que pasan horas y días en la iglesia tratando de aprender los caminos de Cristo y al llegar a casa maldicen a sus propios hijos.

No puedo creer en los católicos si sus propios cabezas de iglesia violan a niños y jóvenes en todo el mundo, tampoco creo en el clérigo afgano de 50 años que se casa con una niña de 8 y en su noche de bodas, al no poder realizar la penetración, produce cortes en la vagina de la novia, que agoniza durante horas, y  muere desangrada al despuntar el alba.

Creo en Dios, pero no en todos los hombres.

 

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