Fin de año y ladrones habaneros

Regina Cano

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Cuando se acercan las fiestas de Fin de Año a los ladrones les entra la comezón de apropiarse de los bienes ajenos, con más ansias que en el resto del año, al igual que sucede en otras capitales del Orbe.

Es común en estas fechas que la gente se empiece a aconsejar unos a otros de no llevar el dinero ni las billeteras a la vista, cuando salen a la calle. De no ponerse cadenas de oro u otras cosas de valor, para “no tentar al diablo”.

Pero Gentes! Siempre hay quien se descuida y garantiza a los hábiles ladrones su ganancia.

Desgraciadamente, la venida de las fiestas de fin de año y la creencia de querer “pasarla en grande” unida a la ausencia material de lograrla, incita a muchos delincuentes a querer obtenerlo de manera fácil –si se puede llamar así al acto de violentar a otros para lograrlo.

“Carterear” aprovechando el tumulto en las guaguas o arrebatar una cadena del cuello de su propietario o la cartera o mochila violentamente, es de los derechos que se adjudican los ladrones que abusan de los otros moradores de La Habana.

Con cautela y un gran descaro desvalijan a la gente que en su impotencia ni avisan a la policía, pues el tiempo empleado en denuncias y responder preguntas, generalmente no dan resultado, y se convierten en actos inútiles que desalientan a realizarlas, pues ¿quién atrapa al ladrón?.

Así mismo aumentan otros tipos de robos: viviendas y lugares estatales –más comunes en otros momentos del año.

En estos días he sido testigo de dos de las cosechas de carteristas en ómnibus:

Uno, un señor que decía llevar su billetera atada al cinto con una cadena junto con las llaves de la casa y el trabajo, dentro de un bolsillo. El segundo fue a una señora mayor, a la que le extrajeron el monedero de su cartera.

Ambos intentaron seguir a los supuestos ladrones, pero aquellos son tan rápidos que dejaron a los afectados con la impotencia de enfrentarlos, pues no sabían a ciencia cierta quienes eran, pues el decir popular incluye a más de uno.

Uno de los lamentos más comunes es la pérdida de documentos identificativos y de otros compromisos que siempre son difíciles de volver a obtener o rehacer.

Nada señores, que los carteristas y arrebatadores, son un duro golpe para el cubano común, quien a veces lleva encima algo o todo lo ahorrado, tal vez para las fiestas o en el peor de los casos el dinero para solucionar un problema urgente.

 

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