Foto: ADN Cuba

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Ya han pasado unas semanas desde aquel terrible incendio en la base de super tanqueros de Matanzas y sigo sin poder olvidar cómo perdieron sus vidas esos muchachos durante una de las explosiones. Tampoco dejo de pensar en el dolor de sus padres ni en lo absurdo e innecesario de sus muertes.

Jovencitos en la flor de la vida, con sueños y esperanzas. Apenas unos niños que, sin preparación para tal siniestro, estaban allí por la coacción a cumplir un servicio militar que no desean.   

Y lo peor, por la desidia de unos hombres que debían saber que los enviaban a una muerte casi segura.

Ellos son solo el ejemplo más evidente, pero ¿cuántos muchachos no mueren todos los años a causa de un disparo, un accidente o cualquier otra causa en esas unidades militares? ¿Y los que murieron en Angola, Etiopía y otros países?

Ahora son héroes según la propaganda, aunque en realidad no son más que víctimas de un sistema que basado en su poder totalitario y omnímodo los obliga a ser militares, cuando muchos aún no llegan siquiera a la mayoría de edad.

Hace poco, frente a la sede de un comité militar (centro de reclutamiento) vi un cartel que rezaba “La defensa de la patria no es una actividad agregada, sino un deber de cada ciudadano”

Me pregunté ¿La defensa de la patria o de los intereses mezquinos de una familia que junto a sus compinches más allegados disfrutan de privilegios feudales en un país que cada día se desangra?

Y me vino al recuerdo cómo me reclutaron hace años para ese servicio militar al que los jóvenes denominan “el verde”

Me recuerdo aquel día montado en un camión atestado de jóvenes como yo, rumbo a la antigua base aérea de San Julián, en el extremo occidental de Pinar del Río.

Llegamos durante el atardecer, no comimos y la noche la pasamos pernoctando bajo las estrellas. Al siguiente día nos entregaron el avituallamiento y la cama de una litera.

Y a pelarse casi a rape y a marchar y a correr con el fusil, la bayoneta, porta cargadores en el pecho, el casco, palas de infantería en la cintura, mochila con hamaca y careta antigás, bajo las órdenes de sargentos instructores que eran un poco mayores pero jóvenes como nosotros que por haber sido vejados y humillados y pasar un cursito de unos meses se creían con el derecho a insultarnos, gritarnos, vejarnos de igual modo.

Y nosotros ahí, atemorizados y sumisos, la mayoría flacos. Yo mismo con mi metro ochenta de estatura no pesaba más de 60 kilogramos.

Recuerdo el hambre, demasiada hambre (una vez nos encontramos un pan de días, ya con moho y nos lo comimos), las ampollas en los pies, el estrés y ese sentimiento de estar cagándome en la madre de todos esos oficiales y más allá hasta llegar al máximo líder.

Porque estaba allí obligado, como todos, porque sin saber nada de la vida ni de Teoría Sociopolítica, Derecho o Filosofía, estaba siendo consciente de la vulneración a mis derechos como individuo.

Prestar servicio en el ejército debería ser una actividad fruto de la vocación y elección, dentro de un país democrático, donde se respetan las libertades individuales.

Por eso siempre lo he tenido claro, no deseo exponer mi vida para defender un sistema totalitario que atenta contra mi libertad y mi derecho a ser feliz y próspero en la tierra que me vio nacer.

Lea más del diario de Pedro Pablo Morejón

Articulos recientes:

  • General

App de un nicaragüense revoluciona la industria de la Salud

La app del nicaragüense Nicolás Ibáñez fue incluida en la lista de “30 promesas de…

  • Cancion del Dia
  • Cuba
  • Noticias

Omar Sosa & Yilian Canizares – Canción del día

Los artistas destacados de hoy son Omar Sosa (piano) y Yiian Canizares de Cuba  con…

  • Chile
  • Cuba
  • Mundo
  • Nicaragua
  • Reportajes
  • Segmentos

Los presidentes exguerrilleros en América Latina…

Los que optaron por cambios graduales tuvieron más éxito, mientras que aquellos que eligieron proyectos…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.