Un cubano como yo con 200.000 dólares

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Fue a principios de 2017 cuando por primera vez tuve acceso a Internet. Lo primero que hice fue abrirme una cuenta de correo en Google y otra en Facebook, por aquello de que si no estás en alguna red social es como si no existieras.

Obviamente que todo eso es una tontería, pero quizás en el subconsciente la idea dominaba mi cerebro. Pues lo hice y de inmediato empecé a recibir solicitudes de amistad.

Una de ellas llamó mi atención de un modo especial. Se trataba de una bella chica misteriosa que se hacía llamar Fátima Hassan. Me mostraba su dirección de correo y pedía que le escribiera cuanto antes, tenía algo importante que decirme y por allí sería más privado.

Lo hice y recibí como respuesta una extensa misiva mal traducida, en la que me relató una triste historia. Estaba refugiada en Senegal como resultado del asesinato de sus padres iraquíes, quienes tenían una fortuna valorada en millones de dólares en el Banco de Inglaterra.

Como estaba en calidad de refugiada le resultaba imposible acceder a ella y necesitaba que alguien viajara allí con un poder a su nombre para extraer dicha cantidad. Me pagaría una jugosa comisión por ello.

Lo más interesante era que yo, precisamente yo, era la respuesta de Alá a sus largas e intensas oraciones.

Resultaba que desde que me vio, esa deidad le confirmó que yo era el elegido. Hasta me insinuó que deseaba, una vez extraído el dinero, venir a Cuba a conocerme y casarse, siendo ella una chica virgen de tan solo 25 años que anhelaba encontrar el amor conmigo.

Mi respuesta

Por las experiencias que tengo de vida, creo ser zorro viejo, no me tragué para nada aquello. No creí que una muchacha bastante atractiva y de seguro codiciada por miles de hombres se fijara en un completo desconocido. Pero decidí seguirle el juego, porque nunca se sabe, y no tenía nada que perder.

Le respondí que no tenía los recursos para viajar al Reino Unido y al parecer el intercambio de mensajes quedó detenido.

Al cabo de dos meses recibo nuevamente un correo en el que me informaba que con la ayuda de dos empresarios europeos logró extraer el efectivo de 4000 000 de dólares y que se encontraba en Alemania trabajando en proyectos de inversión.

Sin embargo, Alá puso en su corazón depositarme la suma de $200 000 dólares en United Bank for Africa.  Debía ponerme en contacto con el señor Leo Thaddeus, gerente del mismo. Lo más interesante es que me aportaba la dirección electrónica, sitio web y teléfono de este para que me pudiera comunicar.

Verifiqué la existencia del banco y el sitio web y todo pareció estar en regla. Continuando, para ver hasta donde llegaba aquello, me puse en contacto con el tal Thaddeus, quien me informó que sí, que tenía un depósito de $200 000 dólares, solicitándome urgentemente una serie de datos antes de proceder al envío, datos que, obviamente, no demoré en hacerle llegar.

Al siguiente día recibí un correo del señor, en el cual me comunicaba que el envío tendría un costo de $195 dólares, los que debía hacerle llegar mediante alguna agencia como Western Union.

¡Y hasta ahí llego el juego!

Debo admitir que hasta ese momento albergaba alguna remota esperanza, pero la solicitud de dinero me confirmó las sospechas.

Busqué con San Google algo así como Estafas de internet sobre chica refugiada en campamento, y no tardé en descubrir que existen bandas criminales de origen africano que se dedican a esto. Usan perfiles falsos y hackers.

El patrón general y ya poco original es la historia de una chica atractiva y joven que se encuentra refugiada, huyendo de alguna guerra civil tras el supuesto asesinato de unos padres millonarios que le dejan una fortuna en algún banco.

Toda la narrativa viene envuelta en una atmósfera de seducción para hacer sentir a la víctima como una especie de caballero medieval que rescata a la princesa atrapada en un castillo.

Como es de suponer, no son pocos los simplones que en todo el mundo caen en la trampa, a juzgar por las cifras de centenares de miles de dólares que anualmente estas bandas logran obtener.

Pero no en balde hay un famoso dicho que reza “Despierta que estás en Cuba”.

Y es que a nosotros los cubanos de intramuros, a fuerza de bregar duro con la vida que se nos ha impuesto, no se nos puede estafar con ardides tan básicos.

Además, qué cojones si no tenemos dinero.

Lea más del diario de Pedro Pablo Morejón aquí.

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