Simular, el único modo de prosperar en Cuba

Por Pedro Pablo Morejón

Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES – Siempre he sido un bocón. Cuando pienso algo tengo que soltarlo, de no hacerlo siento una opresión en el pecho que no me deja respirar.

Alguien siempre me decía -sé inteligente, haz como fulano que era más “gusano” que tú, pero nunca dijo nada y cuando se le dio el chance se largó para el norte. Tu peor enemigo es la lengua, esa lengua que tienes te va a llevar al abismo.

Era un sujeto que me estimaba, graduado con título de oro en La Universidad de la Calle, pero no entendía que gusano es un término descalificador para referirse a cualquiera que en una época dada no concordara. Como tampoco entendía que lo más importante en la vida de un ser humano es la dignidad. Porque lo último que se pierde no es la esperanza, sino la dignidad, ya que sin esperanzas se puede vivir, pero sin dignidad la esperanza te la puedes meter donde no da el sol.

Y sí, aparentemente tenía razón. Los mayores problemas sociales me lo ha dado esa actitud de no dejarme meter, a presión, en el molde que nos han diseñado. No me da la gana desfilar el 1ro de mayo como un corderito, ni hacer guardia “cederista”, ni enarbolar consignas estúpidas, ni ser un número entre la masa. Y me irrita esa conducta seudointeligente de muchos que simulan para escalar en esta sociedad cerrada, pero debiendo emigrar se convierten en acérrimos anticastristas, solo de lengua.

Siempre he querido prosperar en la vida, escalar en la sociedad, poner mi huella en el mundo, trascender… Sin embargo, hace tiempo comprendí que para aspirar a vivir cómodo dentro de Cuba hay que bailar al son que toquen los castromayimbes, aunque en la segura intimidad del pensamiento sean secretamente maldecidos.

-Al que no le guste esto que se vaya- escuché decir a un amoral con etiqueta comunista que hoy reside en Miami.

Ya llegué a los 40. Y la verdad, para prosperar en Cuba continúo viendo una sola opción: Sumarme y meterme de lleno en la comparsa. Ahí sí que triunfaría en unos pocos años, porque (“modestia apártate” o pisoteando la modestia) soy bueno con las palabras. Me hago reserva de cuadros de un jefecito para empezar, o asumo la dirección del sindicato en el núcleo, etc.  Y no paro hasta ser un importante cuadro administrativo o político del Partido.

Tengo una reputación cuestionable, pero ellos saben perdonar al que “rectifica”. Entonces, a la vuelta de 10 años tendré auto, buena casa, y muchas otras comodidades. Para eso habría de mentir más que Pinocho, aplastar a mis semejantes, besar traseros… de solo imaginarlo me dan ganas de vomitar.

Lo único que me queda es encomendarme a la Providencia Divina y esperar que cuando la vejez me alcance, pueda ser un anciano sereno, lleno de paz, observando a mi descendencia desarrollarse en un país próspero, donde la gente no tenga que emigrar o recurrir a la simulación para salir adelante. Mientras, encuentro refugio descargando letras como estas.

 

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