Ojalá no sea tarde

Por Pedro Pablo Morejón

Aglomeración en mi pueblo para comprar galletas de sal.

HAVANA TIMES – La pandemia del Covid 19 ya ha costado decenas de miles de vidas en el planeta. Desde hace semanas la mayoría de los cubanos clamábamos por el cierre de las fronteras y la implementación de medidas de prevención para paliar los futuros efectos de dicho virus.

Mientras, el Gobierno seguía jugando al turismo seguro y la supuesta excelencia del Sistema de Salud cubano. Hasta se dio el lujo de enviar contingentes de médicos a otras latitudes para luchar contra la plaga.

No estoy en contra de la solidaridad humana (como el controvertido caso del crucero británico) ni del amor al prójimo, pero no entiendo esos actos de estrategia política disfrazada de humanismo, cuando el pueblo cubano carece de medicamentos, las condiciones higiénico sanitarias son pésimas y el todopoderoso y divino Estado ni siquiera puede garantizar nasobucos a sus ciudadanos.

En mi cuenta de Facebook había escrito que esa actitud de mantener puertas abiertas a turistas extranjeros, con las posibles consecuencias desastrosas que traería aparejadas, se denomina, en la teoría del derecho penal: dolo eventual, al no desear un resultado dañoso, pero seguir actuando de ese modo, aun conociendo la gran probabilidad de que ocurriera un desastre.

Me preguntaba si esa conducta pro moneda dura se debía al temor de una explosión social derivada del agravamiento económico ante la falta de recursos.

Pero al parecer, en la balanza de riesgo-beneficio ha pesado más la posibilidad de miles de muertos causados por una política de desidia, además, un desprestigio colosal en la arena internacional, con consecuencias imprevisibles en el plano político. No quiero herir sensibilidades, mucho menos ser acusado de paranoico o malintencionado, pero he visto demasiadas bajezas, y, por tanto, esos pensamientos son inevitables en mi mente suspicaz.

Pero al fin la cordura se ha impuesto. Las autoridades cubanas acaban de adoptar una serie de medidas. Entre las más importantes se encuentra la no entrada a territorio nacional de turistas extranjeros, aunque se permitirá la de buques comerciales, cumpliendo determinadas regulaciones de seguridad. Los ciudadanos cubanos que regresan del exterior deberán someterse a aislamiento, una vez arriben al país.

Se ha decretado el cierre de los centros educacionales hasta el 20 de abril, siempre que las condiciones epidemiológicas lo permitan. Han cerrado el transporte de pasajeros tanto público como privado entre provincias. Se han tomado medidas para evitar las aglomeraciones, a saber, el cierre de centros nocturnos de recreación, gimnasios públicos y medidas para evitar tumultos en las colas por artículos de primera necesidad.

En relación a esto último se provee un reforzamiento de la presencia policial en todo el país con la finalidad, entre otras, de garantizar que en las famosas colas las personas se sitúen a no menos de un metro de distancia entre ellas.

También se analiza la posibilidad de vender productos hasta ahora “liberados” por la llamada libreta de abastecimiento. La situación es excepcional. Estoy de acuerdo con ellas por más incomodidad que nos puedan generar, porque dichas medidas tienden a evitar la propagación del nuevo coronavirus con los terribles efectos que ya sabemos.

Esperemos que la propagación del Covid-19 sea detenida en los próximos días, que de cierto serán decisivos. Hasta el momento de escribir estas líneas hemos alcanzado la todavía pequeña cifra de 57 casos de infestados. Las medidas implementadas debieron tomarse mucho antes. Ojalá no sea tarde.

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