Mi amigo el comunista

Por Pedro Pablo Morejón

La sede provincial del PCC.

HAVANA TIMES – El hombre es comunista, pero somos amigos. Tampoco es que tengamos que ser íntimos, porque la amistad tiene sus gradaciones. Estos van desde esa persona que te agrada, con las que has cruzado solo par de palabras, hasta aquella que conoce muchas de tus intimidades, porque las compartes y le aprecias como a un hermano.

Del mismo modo, comunista en puridad no es. Al menos en mí apreciación no exenta de subjetividad, ya que comunista… lo que se dice comunista, en Cuba, no conozco a nadie.

Es un funcionario de menor rango del Partido Comunista de Cuba en mi provincia. Lo conozco hace años, desde que andaba a pie y, aunque no soy psicólogo, puedo establecer su perfil. Es de origen humilde, no es especialmente talentoso ni puede ser considerado una mala persona. Es más bien un sujeto agradable y sencillo.

Siempre le he visto la mejor disposición de ayudar a los demás. No creo que lo haga por demagogia. Como ya escribí, lo conozco de años. Quizás recibe algunas prebendas. No me siento con el derecho a juzgarlo.  Es de esos que clasificaría dentro de la categoría de adoctrinados.

Varias veces nos hemos relacionado y aunque nunca le he expuesto abiertamente mis ideas, supongo que las imagina, sobre todo, después que coincidimos en aquella farsa de discusión que se hizo sobre el proyecto de Constitución. Finalmente, resultaría “aprobado” por la mayoría en referendo popular.

Él fungía como uno de los integrantes del dúo partidista que moderó dicha discusión.

Yo sabía que era en vano, a los efectos de la práctica, la proposición de cualquier sugerencia que modificara aspectos medulares de la Carta Magna que se proyectaba impulsar desde un poder totalitario. 

Sin embargo, por una razón más de civismo que de pragmatismo, decidí proponer algunas modificaciones. Estos resultarían congruentes con una Ley de leyes que en verdad fuera democrática.

  1. Suprimir el artículo 5 de la Constitución, en el que se establece el carácter rector y de fuerza política dirigente del PCC.
  2. Agregar en el artículo 42, que además del derecho a no ser discriminados por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, se agregara la ideología política.
  3. Y la elección directa del cargo de presidente de la República entre varios candidatos.

Sobra decir que mis propuestas cayeron al vacío. Me hizo redactarlas en un papel, no sin antes arengar, de una manera torpe, las razones por las cuales el “Partido” tiene que seguir siendo la fuerza política dirigente y superior de la sociedad. Imagino que estaba sorprendido. No se esperaba que hiciera semejante propuesta.

Pero después volvimos a coincidir en otras ocasiones en que me daba “botella”, como se dice en Cuba a recoger a alguien y transportarlo. Jamás hizo alusión a ese día.

A los partidarios de eso que llaman Revolución, pero que no han cometido abusos ni crímenes, no los podría ver como a enemigos. Los veo como a cubanos que por las razones que fueren han tomado esa ideología, y lamentablemente todavía no son pocos.

Esos, nos guste o no, son parte de nuestro pueblo, como es el caso de mi amigo.

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