En Cuba casi nadie lee

Por Pedro Pablo Morejón

HAVANA TIMES – Mi compañera es muy talentosa. Desde niña jugaba con libros, cartulinas y lápices de colores. Soñaba con escribir y ser pintora.  El último sueño lo consiguió a medias. Es una artista de la plástica que estudió en una escuela de artes y que perdió la oportunidad de su vida cuando pudo estudiar en el ISA (Instituto superior de Arte) y se rehusó.

Ha tenido tres exposiciones, aunque su verdadera fuente de ingresos son obras comerciales, utilizando la técnica del parche. Inscripta en El Registro del Creador mantiene un contrato con el Fondo Cubano de Bienes Culturales que le permite vender sus cuadros a extranjeros. El arte puede ser sagrado, pero hay que comer. Lamentablemente, con estos días de Covid-19 las ventas se han reducido a cero.

Quizás eso y el hecho de conocerme hizo resurgir su voluntad de escritora. Hace pocos meses comenzó a escribir poesía y se integró a un importante taller literario de la provincia: Faktoría de letras, dirigido por el reconocido poeta y narrador para niños Nelson Simón.

La Librería Ateneo de Pinar del Río

Como escribí, es bastante talentosa. Su poesía es intimista, de un lirismo donde predominan hermosísimas imágenes que reflejan estados de ánimos diversos. Soledad, temor, esperanzas, luchas, pasiones…

Desea publicar, ser leída y le digo que tenga paciencia. La literatura es una carrera de fondo y casi nadie vive de ella.

Estos son tiempos acelerados en los que el mundo prefiere los audiovisuales, series y filmes de Netflix, canales de YouTube, en fin, fuentes de placer en las que no se necesita involucrar las neuronas.

En el caso de Cuba, la gente se entretiene con el cotilleo de las redes sociales, timba y reggaetón, y el llamado Paquete Semanal, de donde obtienen los audiovisuales anteriores.

Por si fuera poco, los cubanos vivimos en una batalla cotidiana por sobrevivir. Cada día veo colas inmensas para conseguir alimentos y artículos de primera necesidad. Es lógico que el desgaste por la supervivencia elimine cualquier indicio de hambre por la lectura.

Somos pocos los lectores, la mayoría se compone de escritores y algunas que otras personas aisladas.

Las ferias de libro no son más que un teatro de propaganda que pretende hacer creer al mundo que los cubanos leemos. Y sí, muchos acuden en masa, porque hay poco en qué entretenerse y La Feria Internacional del Libro de La Habana recrea un ambiente festivo.

La moda es comprar un puñado de libros, mayormente infantiles. Todo porque queremos ser “cool”, pero de seguro tendrán un rincón como destino. En el mejor de los casos sus hojas permanecerán vírgenes, aguardando que las lean, como Penélope esperaba el regreso de Ulises a Ítaca. En el peor, un viaje directo y sin escala al inodoro. No olvidemos que en Cuba escasea el papel sanitario.

Son malos tiempos para la literatura. Tiempos en que las librerías se encuentran vacías.

Martí escribió en un poema “ganado tengo el pan, hágase el verso”. Partiendo de su frase podríamos decir que cuando los cubanos tengan ganado el pan y vivan sin censura literaria ni escritores malditos, quizás y solo entonces, muchos se ocuparán de asuntos más espirituales como leer.

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