Una carta y un poema de Martí influyeron decisivamente en el rumbo de mi vida

Por Osmel Ramírez Álvarez

‘Su propio autoretrato es la imagen de Martí que más me impresiona’

HAVANA TIMES – Ya era un hombre, aunque muy joven, cuando descubrí a Martí. Al Martí real, desde sus propias palabras, conociendo su vida a través de las diversas biografías y relatos de personas que lo conocieron. Porque antes solo sabía de esa versión manipulada del Maestro, cuasicomunista, supuesto autor intelectual de la obra de Fidel.

Por fortuna, pude despegarme de ese lastre y buscarlo por cuenta propia. Así, poco a poco, entré en su mente, o al menos traté, a través de sus discursos, ensayos, poemarios, cartas y artículos periodísticos. Ya explorábamos al verdadero Héroe Nacional muchos jóvenes universitarios en los 90, y grande era nuestro entusiasmo.

Un ejemplo bastará para dibujarlo: un día, otro estudiante se aparece en mi casa, estando de pase de fin de semana, con un gran descubrimiento. Era la carta de Martí a Gómez, del 20 de octubre de 1884 (Obras Escogidas T1, pp 459. Edt. Ciencias Sociales), en la cual rompe con su colaboración en el Plan Gómez-Maceo. Algunas frases ya eran muy conocidas, pero la totalidad del texto parece como si estuviera dirigido a Fidel Castro. Para mí constituye su verdadero testamento político, no la carta inconclusa a Manuel Mercado escrita en Dos Ríos y que nunca llegaremos a saber su completo significado.

En esta a la que me refiero, escrita al Generalísimo, describía los peligros del autoritarismo, y como si fuera una fotografía, dibujaba los principales males de nuestra sociedad devenidos con la revolución autoritaria y socialista radical. Aquel amigo que me la mostraba estaba exaltado y ambos respirábamos un fervor patriótico desbordante. Me proponía acciones para hacer algo por la Patria, porque el Apóstol tiene la capacidad aún hoy de animar a ser patriota y ciudadano activo. Martí es peligroso en la Cuba de hoy y en nuestra inocencia juvenil ni lo percibíamos.

Lamentablemente, ese antiguo amigo ya ni lo es hace tiempo. Pronto reaccionó en aras de superación personal y se abstuvo por largo tiempo de leer al Apóstol, porque lo “iba a separar de sus metas individuales” por otras altruistas y casi suicidas. Hoy vive en el extranjero y aunque está al tanto de la política, sin perderse un detalle, dice que es apolítico y que no le interesa Cuba; ha abrazado filosofías extremistas antifeministas y de superación personal, y apartó nuestra amistad, igual que hizo con Martí.

Pero en mí caló mucho más el Maestro. Seguí leyéndolo y encontré el poema Yugo y Estrella, (Obras Escogidas T1, pp 366. Edt. Ciencias Sociales), el cual memoricé rápidamente y abracé su contenido como un evangelio. En él su madre le presenta las dos opciones en la vida, luchar por la libertad y la justicia, o someterse a lo más conveniente en aras de vivir lo mejor posible: sufres por “elegir la estrella” o eres un “manso buey”. Es fácil saber en cuál de los dos caminos estamos, solo lleva un pequeñísimo análisis tras leer el poema.

Todo lo escrito por Martí es un caudal de conocimientos, valores éticos y magisterio patrio, pero esa carta a Gómez y ese poema de los Versos Libres cambiaron mi vida, ayudaron a definir mi derrotero y me animaron a leer mucho más.

Quien logra entender el mensaje más profundo en los escritos martianos, desde que comienza a leerlo por vez primera, puede llamarse genio. Se necesita tiempo de aclimatación con su forma de escribir y mucha cultura universal para llegarle de verdad. Confieso que fue un proceso lento en mí y entre más lo leía, más capaz era de captarlo rápidamente.

Sin embargo, su estilo es compartimentado y seductor a la vez. Pueden las mentes menos listas sentirse abrumadas con su prosa densa, como en Nuestra América, o por su lírica estrepitante, como en Versos Libres, pero la mayoría alcanza a entender y emocionarse. Sin embargo, la comodidad intelectual lleva a la mayoría a preferir y no pasar de sus obras más simples como la literatura infantil y los versos sencillos. Lo cual, sin duda, deja cojo cualquier acercamiento fiel.

Recomiendo no verlo como un hombre perfecto que se lo sabía todo, porque no lo era. Yo mismo no concuerdo con algunos detalles y es natural que suceda. Solo fue un visionario muy audaz, entregado en cuerpo y alma a aquello que consideraba lo correcto; de mente brillante y capacidad de análisis infinita; de alma sensible y a la vez profunda. Para mí es una verdadera escuela.

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