Otro ejemplo de por qué estamos como estamos

Por Osmel Ramírez Álvarez

Calle de Mayarí, Holguín, Cuba

HAVANA TIMES – Como soy agricultor, necesito un ranchito de aperos e insumos, ya que no es conveniente guardarlos en casa ni tampoco en la casa de cura del tabaco. En la primera por nuestra salud y confort; en la segunda, porque simplemente no cabe durante la cosecha y está contraindicado según las normas técnicas.

Hace un año o más intenté hacer legalmente esa pequeña construcción y, como es lógico, fui con mi padre, que es el propietario legal de la tierra, a la oficina de Planificación Física del municipio de Mayarí, donde vivo.

Llegamos como a las 10 am y en la recepción estaban alrededor de seis trabajadores, ‘los técnicos’, como les dicen.

Pedí permiso para interrumpir la amena charla de los empleados y planteé mi solicitud. Una muchacha me dijo, muy resuelta desde su cómoda butaca: “Hoy no se atienden esos casos, es lunes o martes que tienes que venir”. Lamenté mi falta de puntería con el día en cuestión, porque era jueves.

Nada, esperé el martes por si acaso el primer día de la semana era muy convulso, y volví con mi padre a la oficina. Vivo a 3,5 km de distancia.

Como a las 9:30 am llegué y me sorprendió ver el mismo escenario del grupo de trabajadores de oficina sentados en los muebles de la recepción, supuestamente para las personas que llegan a hacer trámites, no para ellos conversar en grupo. Deduje entonces que era lo habitual.

Saludamos y dije nuevamente mi motivo de estar allí y la misma muchacha esta vez sí se paró del asiento y nos dijo: “Vengan conmigo”. La seguimos hacia su oficina. Había un pasillo oscuro, supongo que por el ahorro energético, y lleno de puertas contiguas. Era un salón grande divido con madera artificial, (de bagazo de caña), en numerosas minioficinas donde apenas cabe un buró, un archivo y un par de sillas.

Una vez dentro, casi hacinados y solo éramos tres personas, nos pidió los datos y expresó: “Vengan dentro de 15 días”.

Nos chocó aquello. Apenas duró un par de minutos y nos había hecho venir otro día. –“¿Es solo esto por hoy, nada más? ¿Por qué no nos tomaste esos datos tan simples el jueves pasado?”. –Pregunté consternado. “Así es como está establecido”, respondió escuetamente.

Moví la cabeza, no quise decir nada más, porque evidentemente era inútil. Nos fuimos a esperar. Casualmente ‘la técnica’ que hace terreno pasa todos los días frente a mi casa para llegar a la suya y no se retrasó la inspección.

Dos semanas después volvimos, como nos indicó, y la respuesta era que no se aprobaba, pues había escrito ‘insumos’ entre las cosas que guardaría en el ranchito y los insumos del cultivo del tabaco muchos son productos químicos. Que tenían que estar como 200 m alejados de las viviendas y en mi parcela no existe forma de hacer algo alejado a esa distancia.

“Pero de todas maneras tengo esos productos químicos y estarían mejor resguardados en un local aparte que en medio de otras cosas como hasta ahora”; “Qué hago con los aperos, podría aprobarlo solo para eso y lo demás es responsabilidad mía”. –argumenté inútilmente. Mi error fue mencionarlo, pero ignoraba esa regulación.

Sin embargo, lo de menos era lo de los químicos, porque tiene lógica intentar proteger a los seres humanos de ellos, lo pesado es la burocracia y la incapacidad de dar opciones, de ser flexibles. Todo es tan frío, mecánico y ajeno. Se siente claramente que no hay un espíritu de solución.

En las oficinas los empleados no pueden ‘luchar’ alimentos, cemento u otras cosas tangibles, por eso se roban el tiempo. Y como aquí no es como en otros países, donde tiempo es dinero, al menos socializan.

Te asignan plazos para un trámite y con suerte resuelves en ese plazo, y cuando pasa ves como lo hacen en media hora frente a ti, ese mismo día. Es decir, pudieron haberlo hecho cuando lo solicitaste. Es incorrecto entonces decir que un trámite sale en quince días, realmente es en media hora y te hacen sufrir 15 días o 15 semanas muchas veces.

Siempre me acuerdo de este incidente cuando escucho a Díaz- Canel hablar de ser proactivos, de exigir a los organismos y empresas estatales un mejor resultado con el mismo sistema de cosas. Igual cada vez que escucho hablar del bloqueo y de cualquier otro argumento, de esos habituales en el noticiero para justificar el desastre en que vivimos. Lo más triste es que así de mal funciona casi todo.

Lea más de Osmel Ramírez aquí en Havana Times.

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