Nada más parecido al país que una cooperativa

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES – El 20 de marzo pasado tuvo lugar en la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) de la que soy socio, las elecciones para elegir la dirección política de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) en la base.

El proceso eleccionario fue completamente amañado y basta describirlo para evidenciar cuán antidemocrático y manipulable  resulta un diseño que es un calco del modelo político del propio sistema socialista autoritario. Ello quedó manifiesto cuando los campesinos de la CCS quisimos reelegir a Lilisé Ricardo Rodríguez, quien por enfrentar la corrupción administrativa fue sacada de la lista de candidatos.

Cabe explicar que desde hace poco tiempo, por iniciativa de José Ramón Machado Ventura, el número dos del Partido Comunista de Cuba, se separó a nivel nacional la dirección de la ANAP y la administración de las cooperativas,  hasta ese momento unidos en un solo dirigente. Los dirigentes políticos de la ANAP, como se les conoce, han tropezado desde entonces con un dilema: o cierran los ojos a las prácticas administrativas incorrectas o escuchan y accionan según las quejas de los campesinos asociados. Y la corrupción, que ha colonizado el sistema político-económico cubano, es mucho mayor en las cooperativas agropecuarias, debido a algunas prerrogativas que poseen.

Tras numerosas quejas de los socios y su propia experiencia observando el mal funcionamiento de la gestión, especialmente en la parte financiera y normativa, la expresidenta política quiso influir en un mejor funcionamiento y pagó caro su honestidad. La primera barrera que enfrentó fue la propia ANAP municipal en Mayarí, que conociendo la disfuncionalidad y malos manejos en la CCS siempre fue cómplice y tronchó cualquier intento de los campesinos de librarse de esa dirección ineficaz y poco “observadora” de las normas económicas establecidas.

Cuestionaron a Lilisé, en vez de acompañarla o, al menos, conducir una investigación seria. Y no solo fue desoída, sino también cuestionada, presionándola a renunciar. A pesar de que los campesinos nos negamos y fue ovacionada tras su argumentación en la Asamblea de Asociados, la destituyeron. Decidimos entonces que sería reelegida un mes después en las elecciones del 20 de marzo.

La maniobra de la presidenta administrativa junto con la ANAP municipal fue orientar a la Comisión de Candidatura que “no podía poner en la lista de candidatos a Lilisé, aunque la propongan”, inventando un supuesto reglamento que nadie vio.

Los candidatos no salen de propuestas directas de los socios, sino de entrevistas individuales que hace una comisión a cada uno y de ahí elaboran, bajo influencia y presión de la ANAP, una lista de candidatos votadas por los socios. Estos forman una junta que luego se reúne y elige al que crean mejor, también bajo supervisión y presión de la organización. ¿No les parece muy similar ese método antidemocrático al que se usa para seleccionar la dirección del país?

Osmel Ramírez en su campo de tabaco.

Excluir de la lista es la forma de eliminar a los candidatos populares que sean “molestos” a sus intereses políticos o “corruptos”, que parecen mezclados. Igual mecanismo han usado en las últimas tres elecciones con este periodista-campesino. Los asociados han intentado inútilmente de elegirme presidente administrativo y miembro de la Comisión de Fiscalización. La dirección  municipal, siempre presente, no lo permite, sacándome de la lista de candidatos o asustando a quien me propone, en encuentros discretos, con preguntas como: ¿usted quiere proponer a un contrarrevolucionario, a un mercenario, sabe lo que está haciendo? –evidentemente, en el contexto cubano, esa pregunta paraliza a la mayoría.

Lilisé Ricardo no se quedó tranquila e hizo una denuncia extensa y bien argumentada de los actos de corrupción y entregó copia al Partido, al Gobierno, a la ANAP provincial y a la Fiscalía. Ya han pasado cinco meses y la respuesta fue excluirla de las elecciones, intimidarla con un proceso judicial en su contra y que siga sin empleo.

El cuadro del PCC municipal que atiende la Agricultura, evidentemente quiere “pasarle la sábana” a la corrupción para evitar un escándalo. Critica a las personas de la comunidad que apoyan a Lilisé y dice que “no es la forma de los revolucionarios resolver los problemas”.

Y la ANAP provincial envió a su jurídico. Es quien ha amenazado a la valiente Lilisé con un proceso judicial por calumnia y tras verificar los hechos dijo que “no había problemas, pues solo la mitad de sus quejas (14 de 28) eran ciertas, según su verificación”. – ¡tremendos juristas los que tenemos!

Ni Lilisé ni el grupo de campesinos que la apoyan públicamente se han dado por vencidos y siguen presionando al Poder Popular y a la Fiscalía. Por suerte, la presidenta del Consejo Popular está en contra de los turbios manejos en la cooperativa, pero poco puede hacer si a nivel de Gobierno municipal se acciona con tanta tibieza.

En este momento reina el descontento y el escepticismo entre los campesinos. Literalmente tienen miedo hablar,  porque “los corruptos” lucen muy fuertes y dependen de sus firmas para toda gestión. Es el escenario actual en la cooperativa, y por lo que se escucha no dista mucho del resto. Esperemos a ver hasta dónde conducen esos acontecimientos, si triunfa la corrupción y la politiquería cómplice, o se hace justicia como piden los que la denuncian y padecen.

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