Vender la ropa para vivir

Osmel Almaguer

Alfredo vende tennis, medias, shorts y camisetas a precios bastante elevados.  Claro, es que se trata de artículos de marca, más específicamente de la firma Adidas.

Él no es un revendedor, tampoco un intermediario de esos que se colocan sin licencia alguna en las salidas de las tiendas para darle promoción a su mercancía de contrabando.

Las cosas que vende Alfredo no se las mandó ningún tío desde España.  No tiene una hermana rompiéndose el lomo en los Estados Unidos.  No es un gerente ni un almacenero que vende lo que roba del almacén.

Aunque parezca inverosímil, las cosas que vende Alfredo son el fruto de su esfuerzo como miembro de la preselección nacional cubana en el deporte de Natación.

Dice que no lo hace por ambición.  Que él es joven y necesita dinero para salir con su novia, además de mantener la casa.

Alfredo no es un gran nadador.  El equipo Cuba casi nunca obtiene medallas en grandes eventos.  Ellos son aficionados, y defienden el ideal de un deporte puro, sin los vicios del profesionalismo, por eso ni Alfredo ni sus compañeros tienen dinero.

Por eso no solo ellos, sino también los atletas de otros deportes, venden la vestimenta que les asignan para el entrenamiento.

A simple vista pudiera parecer un acto mezquino, de hecho no dudo en que alguno de nuestros dirigentes deportivos, tan propensos a acuñar, hayan acuñado el hecho de esta manera.  Sin embargo el problema es más complejo.

Esta sociedad se mueve sin dinero, o quieren moverla solo a base de ideales.  Cuando se quiere tapar el sol con un dedo, la gente hace lo que sea para resolver, y pasan estas cosas.