Osmel Almaguer
El clip está dividido en tres momentos:
EL AMOR:
Aparece un campo verde, iluminado casi, paradisiaco, lleno de pequeñas flores (romerillos). Sentado en ese entorno, uno de los vocalistas de la agrupación, y a su lado una chica que hace referencia a un personaje de la literatura infantil, Pipa Medias Largas. Ellos (pipa y el cantante) parecen que se enamoran. Este es el comienzo de la historia. Una alegría desbordada emana y hace que emane en los que tienen la suerte de disfrutar este material audiovisual. Hay algo de inocencia; una ingenuidad que se agradece.
LA CALLE:
El segundo momento, el ritmo se torna más caribeño. Es otro el set y otro el vocalista, que ahora baila con una muchacha de ropas ceñidas al cuerpo. Están en el Malecón de La Habana, atrás hay autos de época, junto a motos y jóvenes que se besan con libertad a pleno sol. Aquí el director podría haberse arriesgado un poco más.
EL GLAMOUR:
Aparece una casona, dos mujeres y un hombre saliendo de ella. Los tres vestidos de negro y blanco, solo algunos detalles en rojo (como es obvio) guantes, labios, zapatos. Se montan en una máquina de los años cincuenta, también roja. En este último momento se entrelazan instantes donde las otras dos parejas se aman. Pero el protagonismo lo llevan las dos mujeres y el hombre vestidos de negro y blanco, que van en esa máquina descapotable atravesando uno de los túneles de La Habana.
Hay lujuria, aunque no llega a crispar; más bien lo que hay es alegría. Este video se une a otros, también recientes, donde aparecen jóvenes hermosos, vestidos con muchos colores, y donde el goce, el momento y la alegría son lo principal. No quiero creer que sean evasivos, todo lo contrario, es una reacción a tanto historicismo, a tanta vana significación que se difunde por los medios.
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