Lo que significa ser un escritor cubano

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Recientemente vio la luz mi segundo libro de poesía, que bajo el título de Creatura, salió gracias a la editorial Letras Cubanas. El honor de publicar por esa vía se debe al Premio Pinos Nuevos, en su edición correspondiente a 2014, que gané por unanimidad.

Y hablo de “honor”, porque hasta hace pocos años Letras Cubanas fue la editorial insignia de los escritores cubanos y, sin duda, la mejor de su tipo en el país. Ahora, por cierto, sobresalen otras que, con menos recursos, como es el caso de Ediciones La Luz (Holguín) y Áncora (Isla de Pinos), han logrado ponerse a la cabeza.

Ese honor al que aludo, en mi caso fue bien respaldado por una edición excelente, a cargo de Leandro Camargo, a quien saludo y agradezco su trabajo. El diseño es también brillante, con la sola tacha de un mal corte que le hicieron en la imprenta, cercenando una parte mínima de la ilustración de cubierta.

Además, está el detalle de publicar por una editorial cuyos trabajadores fueron compañeros míos, del año 2008 al 2010, cuando trabajé como promotor en el Instituto Cubano del Libro.

Pues bien, el título se presentó sin grandes pompas en la Feria Internacional del Libro, el pasado 16 de febrero en la Sala Lezama Lima. Allí, amén de cierto teatrillo anexo a mi presentación, a cargo de alguien cuyo nombre prefiero no mencionar, y de la ausencia de prácticamente todos mi amigos y familiares, se hizo el lanzamiento; vio la luz por vez primera mi Creatura.

Minutos después de la presentación, fui al stand de la editorial para recibir los 10 ejemplares de cortesía, y pude comprobar que el precio de mi libro había sido fijado en seis pesos cubanos. Que se vendiera barato no me molestó, pues así más personas tendrían acceso a él.

Lo que me hizo entristecer fue la correlación entre precio de producción y precio de venta, en la cual el primero era superior por casi cuatro pesos.

Es triste saber que una obra en la que inviertes tanto tiempo, esfuerzo, dinero e ilusión, se devalúa de tal manera; porque según las instituciones que regulan el libro, la poesía no se vende. ¿Por qué la poesía no se vende? ¿Será eso verdad? Algunos amigos libreros no están de acuerdo.

He escuchado decir que el libro en Cuba es una industria subsidiada por el Ministerio de Cultura, debido a su importancia estratégica, pero también que las pocas editoriales que han entrado en el sistema de perfeccionamiento, volviéndose empresas, a veces no tienen ni para pagar los magros salarios de sus trabajadores.

Letras Cubanas, a quien agradezco la publicación de mi libro, y por cuyos trabajadores siento un especial afecto, tampoco ha tenido dinero para pagar mi derecho de autor, que asciende a tres mil pesos cubanos (150 usd).

Por mi parte, ya he comprado 30 ejemplares de mi libro para regalar a amigos y escritores, y planeo prontamente adquirir otros 40. Eso significa mucho más que el monto por concepto de derechos de los mismos que aún no me pagan. No soy el único que lo hace, y tal vez tampoco sea la última vez que me ocurra.

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