La historia de Thalia

Osmel Almaguer

Foto: Caridad

Thalia es una niña de siete años que no vive con su madre ni con su padre, tampoco con sus abuelos, tíos u otros parientes.  Sus progenitores no están muertos, por eso nunca ha puesto el pié en un orfanato.  Thalia ha vivido todos los días de su aún corta vida en casa de unos ancianos que su madre conociera por casualidad.

Cuando su madre se separó del padre se iba ya embarazada.  Ignoro si lo sabría.  Lo cierto es que este no se enteraría que tenía una hija sino cuando esta nació.  A pesar del esfuerzo de la madre por ocultar la existencia de la bebé, el padre se enteró por casualidad y, a partir de ahí, comenzó su aventura por acercarse a su hija.

Los esfuerzos por conocerla pronto se convertirían en gestiones concretas por adquirir la patria potestad, al enterarse de que la madre había dejado a Thalia en casa de unos vecinos que conocía porque vivían cerca de donde ella trabajaba.

La lentitud de la justicia hizo que todos los esfuerzos del padre quedaran reducidos a magros acercamientos a su hija, en los que poco a poco comenzó a ganar el cariño de la misma.  Poco tiempo después chocó con la dura realidad de que la madre se había marchado a Granma, provincia natal, llevándose a Thalia consigo.

Allá la entregó a los ancianos a los cuales me referí en un comienzo.  Tiempo después el padre se enteró de que el plan era venderles a Thalia a los hijos de dichos ancianos, que viven en el extranjero.  La suerte fue que para poderse llevar a la niña los “compradores” necesitaban la firma del padre, quien, por supuesto, no la concedió.

De ahí en adelante la situación se estancó.  Ninguna de las dos parte cedió.  Tampoco en el terreno legal se avanzó mucho.  Thalia continuó creciendo en manos de los ancianos, recibiendo una educación moralmente cuestionable, según comportamiento de la pequeña.

Recientemente el padre consiguió que Thalia pasara las vacaciones junto a él.  Tiempo en el cual intentará arreglar las cosas para que su hija se quede con él definitivamente.  Aunque se trata de una menor, cuya opinión no es válida legalmente, Thalia afirma preferir la vida junto a su padre.

Lo más curioso de todo es que si su padre no la devuelve a los extraños que la cuidan, podría sea acusado de secuestro.  Es una pena lo ciega que suele ser la ley en algunos casos, dando al traste con que personas inocentes resulten víctimas de la ambición y la maldad.

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