El mito de los once millones de managers

Osmel Almaguer

HAVANA TIMES — Cuba es béisbol, me atrevería a decir sin temor a equivocarme. La pelota corre por sus arterias y cuando la Serie Nacional comienza, la isla entera parece un bate dispuesto a golpear con fuerza la bola.

Es cierto que existe una gran cultura beisbolera, que casi todos sabemos bastante de nuestro deporte nacional. Sin embargo, la frase: “en Cuba existen once millones de managers”, ¿responderá a la realidad?

Decir que somos once millones de managers es afirmar que todos sabemos suficiente como para tratar, mejor o peor, de dirigir cualquier equipo de béisbol, que todas nuestras opiniones están autorizadas y son atendibles en las distintas situaciones decisivas de la pelota.

Sé que se trata de una metáfora, que no hay que tomarla al pié de la letra, pero aun así me parece justo recalcar que se trata más de un mito que de una realidad. Es decir, las grandes masas de cubanos no sabemos tanto como se dice.

No sabemos lo suficiente, por ejemplo, como para cuestionar las distintas conformaciones de nuestro equipo nacional. Hay muchos aspectos que inciden en tales decisiones, y si un pelotero va por encima de otro, generalmente, aunque existan sus excepciones, se debe a motivos justos, o al menos razonables.

Recordemos cuanto solemos criticar a los managers que no ganan en las arenas internacionales, pero al mismo tiempo nos sentimos con derecho de cuestionar las selecciones que hacen.

Hay aspectos técnicos, psicológicos y éticos que inciden de manera decisiva en la química de un equipo. La química es un concepto que en Cuba no se maneja mucho, porque el obvio regionalismo que rige la serie, imposibilita que los técnicos puedan elegir un grupo de jugadores para trabajar.

Entonces, ¿sabemos tanto como los especialistas que estudian y se reciclan en las tendencias más actuales de este deporte? ¿Sabemos más que un hombre de béisbol que ha dedicado su vida a tal actividad? Sinceramente, no.

Claro, que todo el mundo tiene derecho a opinar, aunque se trate de pelota y no de política. Y es bonito que se cree la polémica de la cual salen ganando el deporte, los conocimientos y los aficionados.

De ahí que los medios, las autoridades y los periodistas estimulen que se hable de béisbol, deporte que se encuentra íntimamente ligado a conceptos raigales, identitarios e ideológicos, y frases como “en Cuba existen once millones de managers”, o “los árbitros de gradería”, o “el jugador número once”, contribuyan al mito, deliberadamente o no.

Pero no hay que tomarlas al pie de la letra. Queridos aficionados, no sabemos tanto. Tú, que criticas las decisiones de Víctor Mesa con tanta confianza, estás opinando sobre algo de lo que no conoces lo suficiente. No miras a los ojos de los jugadores en el banco del equipo. No los ves entrenar a diario. Sencillamente no los conoces. Un equipo es más que sus estadísticas colectivas y personales.

Incluso, aquellos que nos burlamos de los equipos sotaneros de la Serie Nacional de Béisbol, ¿realmente creemos que podríamos hacerlo mejor?