Osmel Almaguer
El último examen que me hice, cuando todavía el sistema de Salud en Cuba tenía algo de vergüenza, reveló que yo también tengo un soplo en el corazón. Yo no le he hecho demasiado caso al resultado. Me dedico al oficio del periodismo y aunque a veces sufro, trato de imponerme.
Pero el “durmiente” escogió seguir otro camino. Quiero decir que su dolencia no justifica, humanitariamente me refiero, la manera en que se gana la vida. Cada cual es libre de elegir, pero ¿a dónde iríamos a parar si todos los enfermos de este país se lanzan a las calles?
La actitud del mendigo durmiente se me antoja una versión de la actitud que ha adoptado el cubano promedio ante el trabajo. ¿Se trata acaso de una evolución, donde ya no es necesaria la postura implorante para pedir? ¿Estaré atrasado yo?
Esto podria darle tiempo incluso para el pluriempleo. Pienso que una persona con tanto sueño durante el día, no debe dormir demasiado durante la noche, sino que en algo se empeña. El único inconveniente que le veo es la dignidad, pero sI se supera este escollo, la pista queda libre.
Ah, claro. Está el tema de la piedad que se supone deba inspirarme este sujeto. Particularmente, muy pocos seres humanos logran inspirarme sentimiento tan triste. El durmiente me despierta admiración. Eso sí. Porque a su forma, es un triunfador, un sobreviviente más de la crisis.
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