Osmel Almaguer
En Cuba el acto de afeitarse se está convirtiendo en un trance bastante incómodo, porque casi no existen buenas cuchillas, de las que cortan el vello facial sin afectar demasiado la piel.
Cuando afirmo que casi no existen, me refiero a que las maquinitas a disposición del pueblo son de muy mala calidad. Cuestan unos 9 pesos o 0.45 centavos USD. Las venden por doquier, pero a veces incluso desde la primera vez que las usas te desgarran el cutis.
Además, con ese precio ya están bastante lejos del alcance del cubano común, y bastante por debajo de las expectativas de la élite, que usa Gillette.
Por unos veinte y pico de USD, casi treinta, puedes comprar en la bolsa negra tu Gillette con 3 o 4 repuestos. De hecho eso era lo que planeaba hacer antes de recibir el dinero, pero no me alcanzó.
Los últimos dos años he resuelto con Gillettes desechables, regaladas por algunos amigos que las han traído del extranjero.
No soy él único que sufre con esto. Somos cientos de miles o millones, desgarrando nuestros rostros, piernas y demás partes afeitables con malas cuchillas.
En Cuba existe una frase para las personas que están próximos a la muerte por avanzada edad. Irónicamente solemos decir que “a ese le quedan pocas afeitadas.”
Si de verdad el tiempo se pudiera contar según las veces que nos afeitamos, y si de pronto todos decidiésemos, por falta de cuchillas, afeitarnos solo cuando sea imprescindible, entonces podríamos afirmar, con la misma ironía y sin temor a equivocarnos, que también a nosotros nos quedan pocas afeitadas.
Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…
Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…
Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…
Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.