Ovejas descarriadas

Nonardo Perea

Foto: flikr.com

HAVANA TIMES — Un amigo mío y yo, asistimos a una fiesta cristiana.

Y no fuimos precisamente como invitados, sino que la pastora estaba interesada en que filmasen el acontecimiento, y otro amigo nuestro nos pidió de favor que ayudáramos con la filmación.

No puse objeción, porque respeto todas las religiones que existen en el planeta, y decidí participar del evento.

No niego que me sentí un poco incómodo, porque desde que llegamos al patio sagrado de la casa, las personas que concurrían el lugar nos miraban como si no fuéramos personas normales. Más bien nos observaban como si fuésemos una especie en extinción.

Acostumbrado a ciertas posturas de la sociedad, me senté en uno de los bancos que había en el patio, y comencé a observarlo todo, al poco rato apareció la pastora y comenzó a saludar a los presentes, luego de un buen rato, ya ella tenía conocimiento de quienes filmarían el suceso, y se acercó a nosotros con dos muchachos cristianos.

Nos hizo hacer un círculo, no sabía que esto formaba parte de la fiesta.

En voz baja comenzó a orar, y pidió al señor que salvara a las ovejas descarriadas. Supuse que los descarriados éramos mi amigo y yo, que sin cobrarles un centavo estábamos allí para brindarles un servicio desinteresado.

Poco faltó para que me diera un ataque de risa, yo y mi amigo nos miramos y sonreímos, no pudimos hacer otra cosa que reír.

Ahora me pregunto, ¿de dónde sacó la pastora que mi amigo y yo éramos ovejas? ¿Y descarriadas? ¿De dónde nos conoce para asumir que éramos personas que necesitábamos ayuda del señor?

Finalmente terminamos de filmar el espectáculo, y ya concluyendo, la pastora habló hermosas palabras a sus ovejos.

Inesperadamente, recibió una llamada a su celular, se trataba del esposo de la pastora, acto seguido puso el altavoz, y desde los Estados Unidos de América, el pastor saludó a todos. Al escuchar su voz, de repente creí estar en un concierto de Michael Jackson, porque las ovejas no descarriadas no dejaban de gritar por la contentura.

Para finalizar, la pastora mandó a una muchachita con un saquito en la mano, a que fuera fila por fila recogiendo dinero de los presentes.

Eso me hizo pensar que la pastora, también formaba parte del rebaño, y era una oveja un poquito descarada.

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