HAVANA TIMES — He conformado una pequeña lista, que podría ser infinita, en la cual dejo reflejado lo peor que he conocido del capitalismo.
Que conste que tomo como referencia los 12 días que pasé en la República Checa, único país capitalista que he tenido la posibilidad de visitar.
La puntualidad, cuando te dicen que tienes que estar a las 9 de la mañana, hay que llegar cinco minutos antes. Eso es insoportable, en Cuba estamos acostumbrados a llegar media hora tarde, es normal, luego nos justificamos con cualquier tontería, como por ejemplo: el despertador no sonó o tenía dolor de barriga, etc…
Las personas te sonríen y, según sea el momento del día, te dan los buenos días o las buenas noches. Qué horror eso de estar gastando saliva a toda hora. Aquí hace mucho que esa saludadera se acabó, solo algunos bichos raros mantienen esa cortesía.
La limpieza de las calles es terrible, de tan limpias te dan ganas de llorar, y lo mejor es que te hacen recordar las nuestras, las mías específicamente en el municipio de Marianao, donde en cada cuadra además de un comité hay un basurero.
La comida, qué asco, es tan variada y barata, que llegas a preferir quedarte con el arroz y los frijoles de Cuba, ¿para qué experimentar con otros sabores?, eso requiere de un gran esfuerzo gustativo, por cierto, muy contrarevolucionario.
El transporte es lo peor de todo, un metro pasa cada 2 minutos, y los tranvías cada tres o cuatro. Un desastre, pensé que en algún momento debido a tantos tranvías en movimiento podría ocurrir algún colapso. Yo prefiero esperar 10 o 20 minutos por una guagua, correr tras ella, o caminar a mi destino, que es muy saludable.
Puedes salir vestido como te venga en gana, ponerte una palangana en la cabeza, que nadie te gritará ningún improperio, las personas son demasiado respetuosas, no les interesa como seas, te hacen sentir libre. Me sentí muy desapercibido, prefiero que me griten horrores y me tiren piedras, y que no exista mucha libertad, eso es muy disfrutable.