Nonardo Perea

Marianao. Foto: Luis Enrique González Muñoz.

HAVANA TIMES — Fue un lunes, para ser más exacto el 13 de julio a las nueve de la noche: la hora del cañonazo o más bien del pistolazo.

El hecho que a continuación contaré no es ficción, sino algo de la vida real. Cada vez este tipo de situaciones violentas se hacen más frecuentes y casi nunca nos enteramos, a no ser que estemos cerca de la escena y nos llegue la información detallada.

Resulta que esa noche, en el consultorio médico No. 30 que está situado en la calle 142 del municipio de Marianao, llegó el jefe de sector Rubén para hablar con la Doctora que vive en los altos de la residencia, según palabras de ella, el policía buscaba a una persona que poseía un arma de fuego. La Doctora, que justo en ese momento conversaba con una joven embarazada, le comunicó que no había visto a nadie, y ahí solo estaban ella y su niña que en ese momento jugaba en los altos de la escalera.

“Todo fue muy rápido, pero lo vi todo, lo vi, no lo sentí, sí porque una cosa es ver y otra muy diferente sentir el estruendo del disparo”, explicó.

Al ver bajar al perro por las escaleras, él se quitó la pistola de la cintura, rastrilló el arma, y le dio un tiro a mi perro, que murió al instante.

Si señores, el jefe de sector, la autoridad, la persona que supuestamente debe velar porque no ocurran actos de violencia y vandalismo, sin ton ni son, en frente de varias personas usó su arma, para a sangre fría asesinar a la mascota de la médico de familia. El animalito llevaba con ella cinco años, y solo porque comenzó a ladrarle como lo haría a cualquier desconocido, el uniformado sintió el derecho de arrebatarle la vida.

“Fue un momento difícil, es algo que me dejó sin palabras, no supe que hacer, yo creo que esa noche él le iba a dar un tiro a cualquiera”, dijo la doctora, que no tardó en hacerle una denuncia. Hasta el momento no ha sucedido nada con este caso, aunque al siguiente día vinieron muchos policías y se tomaron declaraciones de varios testigos.

El jefe de sector sigue en la zona, pero la testigo comentó que hará lo que tenga que hacer para hacer justicia, porque esa noche no solo pudo haber muerto un perro, la bala pudo ir a parar a otro sitio, lo mismo pudo desviarse hacia ella, su niña o a la embarazada que luego tuvo que ser atendida, porque se puso mal de los nervios.

Ay Rubencito, que lástima que en nuestro país no existan programas televisivos como Al rojo Vivo y Primer Impacto, porque sería muy bueno que todo el mundo supiera de esta historia, y todos en el planeta tierra pudieran verte la cara, para ya nunca más llamarte por tu nombre, sino asesino mataperros. Eso me encantaría.

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