Qué hay para los perdedores

Kabir Vega Castellanos

Foto: Emmy Park

HAVANA TIMES – Después de ser inaugurada la LCD (Liga de Dota Cubana) a principios de septiembre, tras una larga espera e interrupciones se acerca a su fin.

El próximo sábado 23 de diciembre se enfrentarán en una ronda final el equipo de los Pirates Gaming contra el de los Big Monkeys. Este último había sido derrotado en semifinales, pero, aunque fue arrojado a la categoría de perdedor por los mismos Piratas, logró reivindicarse y obtener el derecho no solo de pedir la revancha, sino de reclamar también la victoria del torneo completo.

Los fans que fielmente han asistido a cada uno de los encuentros, esperan con ansias que llegue la gran final y mientras, apuestan por los mejores jugadores, en sus respectivas posiciones.

Para remarcar el suceso por venir, hasta se hicieron entrevistas cortas que han sido publicadas en Facebook y en la red, dirigidas a los capitanes de los tres mejores equipos del torneo.

Pero, ¿qué hay de los equipos que quedaron atrás? Después de jugar dos o cuando más tres partidos, fueron eliminados y desterrados al anonimato.

Nadie piensa en los perdedores, a menos que los conozca personalmente o haya establecido alguna relación con ellos, ya sea de rivalidad o amistad. Solo especulan cuál será el equipo ganador, esperando compartir su alegría e ignorando al mismo tiempo el peso que involucra ser el número uno.

Por supuesto, esta no es la Octava Internacional de Dota ni está en juego el futuro de jugadores que dedican casi todo su tiempo al entrenamiento de una habilidad que aún muchos se resisten a denominar deporte.

Los jugadores cubanos apenas empiezan a ganar un espacio que tardará décadas en consolidarse como sucede en China, que el propio Estado provee al jugador de hospedaje y alimento para que se dedique solo a entrenar videojuegos.

Pero como en todo enfrentamiento, la derrota siempre será amarga y la justicia relativa. Me pregunto por qué todo lo interesante tiene que ser competitivo y tan excluyente.

Yo mismo había olvidado la idea original difundida por la LCD, en el comienzo del torneo. Según decían, el propósito era que los equipos novatos que perdieron en un comienzo, no quedaran fuera, sino como Categoría B. El concepto resultaba divertido y esperanzador, pues muchos de los participantes solo querían jugar y pasarla bien, un detalle que se va olvidando a medida que se avanza en un certamen. La oportunidad de un tope amistoso y de compartir con amantes de su juego preferido, eran una motivación y una recompensa.

Con el esquema tradicional de ganador-perdedor, el resultado es ser aclamado por una victoria que será siempre temporal, no importa el lapso que dure. Muchos conflictos y frustraciones personales se derivan de ese enfoque y el espíritu verdaderamente deportivo se pierde. En la desesperación por ganar, hasta amistades aparentemente sólidas se rompen.

Quizás la idea inicial de establecer diferentes categorías, en las que cada una celebraría sus propios torneos, era demasiado ambiciosa y los organizadores no pudieron mantenerla por cuestiones logísticas. Sin embargo, es triste, porque hay quienes querían ver enfrentamientos fraternales entre equipos, que no viven para ganar.

 

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