Un negocio por cuenta propia

Jorge Milanés Despaigne 

El castillo de Cojimar. Foto: Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES — “Compadre, tú has estado al tanto de mi empeño para abrir este negocio, con buen gusto, con todas las de la ley”, me dice Héctor, un vecino que recientemente entró en la lista de trabajadores por cuenta propia, con la apertura de una cafetería a la que todavía no le ha puesto nombre, ubicada en la esquina de calle I y 27, en Cojímar.

“Atreverse a abrir un negocio como este, y mantenerlo, es un riesgo, por la carencia de productos en el mercado. Eso hace imposible brindar un servicio de calidad por más de un mes”.

“Me he dado cuenta de los trabajos que has pasado”, le afirmo mientras contemplo todo su esfuerzo reflejado en el inmueble. “Si necesitas ayuda, puedes contar conmigo, ideas, encuestas o investigación para mejorar, ¡Ah…, y soy buen catador! –concluí”.

“Pero este caso es diferente”, me dice. El problema está en la oferta estable, algo que considero importante en este negocio. Es difícil conseguir huevos, azúcar, harina, el pan adecuado para todo los días y, a veces, no encuentras ni por “la izquierda”. Cuando tienes queso no tienes harina, cuando tienes la harina no tienes queso.  Por eso muchas personas dicen que nosotros somos muy inestables en los negocios, pero no me voy a rendir.  Ya tengo el nombre, El Farito, por lo del farito de Cojímar”, concluyó.

La mayoría de las personas con cafeterías particulares, quioscos o restaurantes, “paladares”, mantienen el negocio, en parte, con algunas ofertas de la red de mercados que venden en peso normal (cup), o  en peso convertible (cuc.), porque todavía no existen almacenes de ventas al por mayor para estos negocios, de modo que hay que perseguir donde estén vendiendo  arroz,  azúcar,  frijoles,  huevos, refrescos, entre otros, con la irregularidad de ventas que en estos tienen, al menos en La Habana.

Hay algunas “paladares” que tienen convenios con Cooperativas de Producción Agropecuaria para el abastecimiento de sus productos, pero eso no es suficiente ni sirve a todos los interesados.  Por otro lado, el déficit de pescado o carne de res en los mercados hace que la oferta en estos restaurantes sea limitada, haciendo fluctuar la calidad del servicio.

Si el dueño adquiere algunos de los productos en el llamado “mercado negro”, porque está en falta o porque es más barato, se sitúa en zona de peligro y de estrés, debido a que, si en alguna de las visitas de los inspectores estatales, se detecta irregularidad, han de pagar una cuantiosa multa que bien puede ir a parar al Estado o al bolsillo del inspector (Este es un tema para tratar en otro momento).

Realmente me he dado cuenta por qué es difícil avanzar. Muchas personas abren y recesan por algún tiempo, aunque la política gubernamental sea la de mantenerlos para poder cobrar impuestos.

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