Guarapo o cartón table

Jorge Milanes Despaigne

A mí me gusta el zumo de la caña.  Aquí le llamamos guarapo a este producto, el cual era uno de los alimentos que, junto al tasajo y las viandas, se les daban a los esclavos para que se mantuvieran trabajando por más tiempo.

Hoy hay personas que no pueden tomar guarapo, porque padecen de diabetes u otras enfermedades.  Lo cierto es que a nosotros los hombres, nos produce “una energía muy apropiada”.

Hoy pasé por El golfito, cerca del río que divide las localidades de Cojímar y Alamar.  Allí hay una guarapera particular con 4 empleados que extraen el extracto de la caña y lo venden al módico precio de 1 peso cubano por cada vaso.

Al llegar, una cola larga reunía a personas que conversaban, mientras esperaban abordar el mostrador y ser atendidas con el mismo dulzor que se concentra en la melaza.

No es frecuente tomarse un guarapo allí, eso solo es posible cuando se puede traer la caña desde lejos.

Me detuve para ver cómo entre dos rodillos aquellos hombres pasaban el tallo una vez, dos, tres, cuatro; en fin, eran tantas veces que ya la gente estaba desesperada bajo el tremendo sol que comenzaba a arreciar y debatimos:

“¿Hasta cuándo es esto?, ¿qué se pensará esta gente?,” exclamaban.

“Se salvaron que no hay agua, si no yo mismo le iba a echar un poco para que no hablen más,” contestó el más sórdido de los guaraperos.

“¿Por qué ustedes sufren con lo que yo gozo?,” añadió otro de los empleados.

Alguien desesperado ante tanto insulto, gritó: “Oyeeee, ¿tú estás haciendo guarapo o cartón tabla?”

La cola comenzó a disminuir hasta que llegó mi turno.  Compré dos vasos y conminé el paladar, en tanto se disparaban mis células gustativas.  Ciertamente constataba los dones del preciado líquido.