Gregorio esta sin un cinco

Jorge Milanés

No son pocos las personas en Cuba que después de una vida de trabajo se quedan en la indigencia cuando les falla la salud.  Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Gregorio no tiene dinero ni que comer, esto se refleja en su estado de ánimo; por eso no sale a la calle, para que la gente no se de cuenta de su situación económica.

Desde hace días no sabemos nada de él; y me preocupa, porque su esposa nos visita frecuentemente; es una amistad que data de los años 70, cuando “Grego” (así le decimos en casa) y mi padre se fueron a cortar caña de azúcar en la llamada Zafra de Los diez millones, para ganar un poco de dinero, o un carro, o un viaje a la antigua URSS u otro país del desaparecido campo socialista de Europa, incluso, una casa, si llegaban a cortar un millón o más de arrobas de caña.

En varias contiendas azucareras Gregorio llegó a cortar la suficiente caña para ganar un refrigerador que debería pagar con su salario, porque en ese tiempo el dinero del salario tenía valor. También fue estimulado con quince días en la Playa de Varadero, un radio, invitaciones a grandes fiestas. ¡Qué ilusiones aquellas! Nunca imaginó cuán difícil le sería la vida hoy. Menos mal que disfrutó algo.

Para aclarar mis dudas, paso por la casa de Gregorio y le pregunto por la familia, él trata de evadir la pregunta y, también, la respuesta; a tanta insistencia, contestó su esposa con lágrimas en los ojos:

Tu sabes que “Grego”, viejo así como tú lo ves, siempre ha trabajado por la mantención de nosotros tres, pero ya no puede ser cómo lo hacía antes, su estado de salud no se lo permite. El médico le diagnosticó una serie de enfermedades y realmente no puede seguir haciendo los trabajos que hasta ahora venía haciendo; y los que puede, tiene que hacerlo con mucho cuidado.

El caso es que hace varios días no tenemos nada que comer y me da pena con él. Yo también estoy toda jodida, a Carlitos este mes le pagaron solo la mitad del salario. Te imaginas en que situación estamos, con todas las medicinas que tenemos que comprar, la electricidad, el teléfono, el agua, y los altos precios de los productos del mercado; imposible, no se puede. Esa es razón por la cuál no voy por allá.

Muy difícil, afirmé: Por casa no estamos distante de todo lo que dices, pero ayer compré unas bolsas de yogurt de soya y te puedo dar dos; cuando tengas tiempo ve por ellas. No es mucho pero más que nada.

Esta es una de las difíciles realidades, de quienes trabajaron toda su vida por la Revolución y la familia y ahora ni sus hijos pueden ayudarlos.

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