Campismo en San Pedro

Jorge Milanés Despaigne

Fui a reservar en la oficina del Campismo Popular del municipio en que vivo. Solo había una excursión en un lugar llamado San Pedro. Me aventuré a comprar los boletos para salir de paseo el sábado siguiente con un grupo de amigos.

El único referente conocido sobre San Pedro es su ubicación,  en Pinar del Río. Sin embargo, la señorita que me vendió la reservación me desinformó, pues desde hace más de un mes y según la nueva división político-administrativa, San Pedro pertenece a la Provincia Artemisa.

Bien temprano en el Parque John Lennon, en el Vedado, la guagua salió con el destino referido, pero me llamó la atención que tanto el chofer como la guía nunca habían estado allí. De cualquier forma, el ómnibus salió de La Habana por una carretera al norte que me permitió descubrir paisajes nunca vistos en el tramo de mi ciudad a la provincia más verde del Archipiélago cubano.

Estuvimos andando esa carretera toda la mañana. Alguien me dijo que le parecía que San Pedro era cerca. No obstante, el chofer preguntó a un par de lugareños, de los cuales se fió; por esa ruta siguió a gran velocidad, hasta dejar atrás el municipio Bahía Honda y recorrer 20 kilómetros más.

El sol se perdió entre las nubes bajas y grises, pronto comenzó a llover. El chofer se bajó de la guagua y corrió adonde conversaban los pobladores reunidos junto a la tienda, con el objetivo de convencerles de que lo ayudaran a orientarse, porque estaba casi seguro de que se había perdido.

En efecto, habíamos pasado la carretera que conduce a la costa de San Pedro hacía alrededor de una hora. Debíamos regresar por donde vinimos. Ya estábamos exhaustos cuando llegamos al campismo, del cual me ahorraré por esta vez cualquier comentario.

Hay una razón que ocupa mi pensamiento: no viaje usted con un chofer y una guía que desconozcan su destino, tal combinación tiene todas las posibilidades de convertir las circunstancias en una infortunada experiencia.