No sobreviven mis ceibas

Isbel Díaz Torres

Posturas de Ceibas.

HAVANA TIMES – Hasta ahora no he logrado que sobrevivan las ceibas que he sembrado, como parte de las acciones del proyecto EL GUARDABOSQUES que fundé en 2007, junto a un grupo de personas sensibilizadas por el arbolado urbano.

Confieso que ya no sé qué estrategia seguir, puesto que he intentado todas las variantes que he considerado legítimas.

Aclaro que no se trata de que las posturas no logren resistir el normal estrés que implica cada trasplante. Siempre han sido plantas fuertes, resistentes, saludables, con suficientes raíces, sembradas en suelo fértil, y regadas con sistematicidad.

Lo que ha pasado es que otras personas, simplemente, las arrancan.

En todos los casos ha sido doloroso. Pensar en la belleza de la plantita, el tiempo y amor invertidos en ella, para que una persona inescrupulosa después la mate en dos segundos, me entristece grandemente, y me embarga de un sentimiento de impotencia terrible.

Sembré en una escuela primaria en Marianao, involucrando a director, maestros y alumnos. Sembré otra en una escuela primaria en San Agustín, junto a mis sobrinos, mi hermano, y niños del barrio. Una tercera en mi antigua escuela Secundaria, junto a mi sobrino mayor y su profesor.

Todas desaparecidas al cabo de dos o tres semanas.

La belleza de un arbol Ceiba gigantesco.

El último caso fue una postura de ceiba con más de dos años de edad y más de un metro de altura, que Jimmy, dos amigos más, y yo, sembramos el pasado 1º de marzo, día de mi cumpleaños.

El lugar escogido fue el amplio Parquecito de Comunicaciones, entre la Biblioteca Nacional y la Terminal de Ómnibus. Un área alejada de edificaciones que pudieran ser afectadas por las raíces, y sin tendido eléctrico que se interpusiera al crecimiento del árbol.

El espacio que ocupaba la ceibita no era usado por ninguna otra planta, ni por personas. No obstante, colocamos una rústica cerca, con el afán de proteger al ejemplar de la torpeza de alguna pelota escapada a los niños y adolescentes que a veces juegan en las áreas cercanas.

Diariamente Jimmy y yo fuimos a regar el arbolito, que se veía feliz y firme, sin marchitarse ni un momento, y que a los tres días ya había echado una nueva hoja verde clara. Después de una semana, ya la ceiba había desaparecido.

Quizás el error fue anunciar en Facebook que habíamos realizado la siembra. Eso pudo haber puesto en sobreaviso a los agentes de la Seguridad del Estado cubano que “me atienden”, quienes con animadversión persiguen todas nuestras acciones para boicotearlas.

La idea de que pueda tratarse de una acción deliberadamente hostil no es gratuita. Parte de que no se me ocurre que otro tipo de persona, un ciudadano común, arranque un arbolito del patio de una escuela, o del centro de un parque, por donde ni siquiera pasan personas.

No obstante, no tengo certeza que eso haya sido lo sucedido. ¿Alguien tiene alguna recomendación?

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