A la derecha no le gusta la izquierda

Isbel Díaz Torres

Antonio Rodiles

HAVANA TIMES — A José Hugo Fernández, de Diario de Cuba, le ha parecido “controversial” la Declaración del Observatorio Crítico referente a la represión sufrida por el disidente Antonio Rodiles, y pretende identificar lo que él llama “dos deslices garrafales”.

El primero, de acuerdo con este autor, es: “Creer que la oposición en Cuba pertenece, ya no toda, ni siquiera mayoritariamente, a lo que podríamos llamar la derecha”. Es curiosa esta rara idea de José Hugo Fernández, dado que si tal disparate fuera nuestra visión, la declaración hubiera escrito simplemente “disidencia” o “derecha”, y abarcaría esa supuesta totalidad.

Pero por el contrario, justamente porque sabemos que el panorama político en Cuba es suficientemente diverso, donde no toda la oposición es de derecha ni toda la derecha está en la oposición (pienso en varios individuos en el poder que promueven reformas con una clara intención procapitalista), es que fue necesaria la aclaración de “disidencia de derechas”.

A esa nos referimos en ese párrafo, y no a otras disidencias ni a otras derechas. ¿Será nuestro pecado ser explícitos?

Habría que agregar que tal diversidad se extiende también hacia las izquierdas, por más que los discursos totalizadores de todas las esquinas se empeñen en dibujar caricaturas del “otro”.

El segundo “desliz garrafal” que ese autor nos endilga, desafortunadamente no está bien presentado, y es en sumo grado equívoco. Así nos dice:

“Desconocer (o dar a entender que desconoce) que en las actuales circunstancias de nuestro país (bajo un totalitarismo dinástico disfrazado de sistema socialista), lo más importante entre sus opositores no es situarse a la derecha ni a la izquierda, sino todo lo contrario, es decir, dejando a un lado, para más adelante, las pasiones y los rezagos fundamentalistas que siempre traen aparejados la ideología”.

José Hugo Fernández parece que va a decir qué es lo más importante para nosotros, pero en realidad escribe lo que considera es para él lo más importante en las actuales circunstancias de nuestro país; por lo que nuestro “desliz” no queda expresado.

No obstante la equívoca redacción de este párrafo, me parece entender que este autor considera que nuestra postura es diferente a la de él en cuanto a qué es lo más importante. En tal caso, yo personalmente estaría de acuerdo con él: no compartimos esa perspectiva.

José Hugo cae en ese tentador error (tan caro a nuestra propia policía política) de pensar que “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”, para decirlo burdamente. Y para colmos, pretende plantear estrategias de unión para conseguir un fin que él entiende es común, sin habernos preguntado antes si coincidimos.

No se da cuenta, por supuesto, que tal postura simplista sirve justamente para eliminar la diversidad de ideas políticas, y llevarlo todo a ese conocido plano de dualismos pueriles que tanto daño hace a la sociedad, e incluso , a esa idea de democracia que seguramente ese mismo autor defiende.

En realidad, lo que sucede aquí ya lo había yo esbozado en aquel gracioso diario que llamé “Decálogo para identificar a un derechista”. Aquí vemos uno en acción y refuerza mi hipótesis.

Más adelante continúa dando rienda suelta a sus argumentos, todos basados en presupuestos inventados por él, como ese de que nos consideramos nosotros mismos como la única “disidencia auténtica”, que llamarlos “disidencia de derechas” tiene intención peyorativa, que los miramos por encima del hombro, y mil suposiciones infundadas más.

Ese columnista, en su delirio, llega a decir que todos los opositores en Cuba, sin excepción, “son antiautoritarios, antisexistas, antihomófobos, ambientalistas, antipatriarcales y libertarios”.

Nunca vi tanto disparate junto y, por supuesto, ante tal liviandad en el uso de términos y conceptos, sería ciertamente un suicidio intentar oponer algún razonamiento lógico.

Pero es preciso, al menos, hacer acuse de recibo del desatinado artículo y, de paso, recordar algunos hechos.

La realidad es que esta no es la primera vez que el OC se pronuncia públicamente de manera crítica con los procedimientos ilegales, violentos e impunes de las fuerzas represivas en Cuba; y creo yo (de manera personal, pues esto que escribo no es nombre del colectivo, sino a nombre propio), que lo seguirá haciendo, en la medida que tales sucesos nos consten.

En 2009 publicamos nuestra “Carta en rechazo a las actuales obstrucciones y prohibiciones de iniciativas sociales y culturales”, en 2012 lanzamos la “Declaración contra detenciones arbitrarias en Cuba”, y “El espacio público es patrimonio de toda la nación”, en 2013 publicamos la “Declaración del Observatorio Crítico en apoyo a Robertico Carcassés”.

Ello sin contar, por supuesto, los posicionamientos que a nivel personal varios integrantes del OC han promovido.

En una de ellas decimos explícitamente “Entendemos que la solidaridad y los derechos no pueden ser ejercidos o dispensados únicamente por y para aquellos que se identifican con nuestras perspectivas socialistas, emancipadoras y anticapitalistas, ya que son patrimonio de toda la ciudadanía. Razón por la cual hacemos pública nuestra más enérgica repulsa ante estos y cualquier otro acto represivo cometido en contra de ciudadanos pacíficos”.

Esa ha sido siempre nuestra tónica. Pero de ahí a renegar de nuestras profundas diferencias, va un largo trecho. No tenemos por qué hacerlo, no queremos hacerlo, además, es importante que no lo hagamos, cuando en la Cuba de hoy la lógica procapitalista se extiende con más fuerza desde las élites de poder, las opositoras, y también desde el sentido común de mucha gente que no milita en ninguna de estas arenas.

Ciertamente, “defendemos un modelo de sociedad emancipada de los poderes globales, y nos oponemos al injerencista bloqueo estadounidense contra Cuba”. Si esta simple frase en toda la declaración es lo que toma José Hugo Fernández para hacer su artículo, y le molesta tanto, pues no hay nada que hacer al respecto.

Lo seguiremos diciendo (y haciendo) siempre que tengamos la oportunidad. Somos individuos políticos, no meros entusiastas contra los abusadores. Tenemos ideas y proyectos nuevos que construir.

Ya nos queda claro que a la derecha no le gusta la izquierda… tampoco.

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