Ser madre y pobre en Cuba

Por Irina Pino

HAVANA TIMES – En flash back, acude a mi mente una pregunta que me formulaban con frecuencia: ¿vas a parir en Cuba?

Por aquella fecha yo era muy joven y no pensaba en esa posibilidad, mucho menos en un país sumido en un Período Especial y con miles de necesidades. Luego, a mediados de 1999, me decidí a tenerlo.

Traer al mundo a una criatura puede ser reconfortante, pero a veces resulta absurdo en un país donde la crisis se vuelve crónica.

Mi amiga Yanet está atravesando por esa experiencia, no obstante, su realidad es más chocante, porque es madre soltera. Trabaja de editora y es profesora suplente de la universidad. Aún así, el dinero no le alcanza para comprar todo lo que demanda su hijo.

Ha vivido la agonía de buscar la canastilla donde reina una total carencia de productos. En los departamentos de bebé en la cadena de tiendas faltan cosas imprescindibles como toallitas húmedas, aceite, shampú, talco, etc. Un jabón de la marca Johnson, en una tienda de un hotel, le costó 4 CUC.

El mosquitero y el cubo de metal para hervir ropa blanca no los encontró en tiendas estatales. Los consiguió en 500 y en 300 CUP, respectivamente, en negocios privados.

Tópico aparte es lo que le dan a las embarazadas por la libreta especial: un jabón de mala calidad (que puede dejar al bebé sin piel), un pullover, un muñeco de goma y una colonia. Imagínense que la tela de gasa para confeccionar los culeros ahora la dan después que nazca el niño. Entonces, ¿qué se le pone mientras, hojas de parra? Claro que, si hablas con las empleadas y pagas la tarifa de bolsa negra, te venden la tela ipso facto.

Por otro lado, estaba la adquisición de una cuna. Acudió a Seguridad Social y le dijeron que solo era para casos sociales, y ella no clasificaba como tal, o sea, se las dan a las madres que viven en pocilgas o en albergues. Por eso las cunas son reliquias familiares que pasan de niño en niño.

Al fin le prestaron una cuna. Gracias a la cooperación de amigas que parieron y residen en USA, su hijo heredó ropas usadas, casi nuevas. También le enviaron teteras y pomos.

Lo ideal para los pequeños son los culeros desechables, super caros para el uso diario, con precios que no se corresponden con el salario mínimo (menor de 20 CUC).  Otra dificultad: no siempre se encuentran los adecuados en correspondencia con los kilogramos del recién nacido. El uso de los llamados pampers se limita, entonces, para salidas especiales y consultas médicas.

Se les puede llamar heroínas a las madres pobres, a sus sacrificios, cuando les dan el pecho a sus bebés por varios meses, aunque tengan una alimentación deficiente. Sumado a las interminables tandas de lavado a mano de culeros con orina y caca.

La vida las coloca en una posición desventajosa con respecto a otras madres que pueden disfrutar más a sus hijos sin necesidad de tanto desgaste físico y mental.

Pienso que atreverse a ser madre, y sin las condiciones adecuadas, es un acto valiente.

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