Irina Pino

Conectados a la Wifi. Foto: Juan Suárez

HAVANA TIMES — Ojalá que la Wifi en Cuba nos dure, ha sido una idea fenomenal y, a la vez, resulta curioso y hasta cómico ver a la gente congregada bajando información, videos, chateando con sus familiares y amigos; la privacidad compartida tiene un precio, no obstante, es lo que tenemos por el momento.

Lo mejor sería ponerlo en cada barrio, de esa manera no luciría ridículo ver a la gente amontonada. Por la calle 23, Rampa arriba y Rampa abajo, se suceden cordones de personas conectándose, todos felices, como si tuvieran juguete nuevo: !Sí, es la información!

Un buen amigo me hizo llevar mi celular y compramos una tarjeta en tres CUC, un CUC de más, de lo que cuesta realmente (dos CUC por hora), pero qué remedio, las colas son enormes en Etecsa, los revendedores proliferan y hacen de las suyas.

Entonces, poniendo fin a mi ignorancia, pudimos acceder al soñado Internet, entramos en FACEBOOK para ver a quiénes encontrábamos; de repente asomaron la cabeza amigos perdidos en la bruma de los años, me encontré con Helena, una compañera de primaria que tenía vocación de monja y que, para mi sorpresa, tenía colgadas fotos de ella medio desnudas; se ha transformado en una mujer de mente abierta, bisexual incluso. Me produjo risa ver los cambios en una persona tan reprimida en su niñez, y a la vez me alegré de saber cómo le iba en la vida.

Marcos, un antiguo novio, al que le encantaban los deportes, que cuidaba de su cuerpo, siempre vigilando su peso, se dedica en la actualidad a criar puercos en una finca en el sur de los Estados Unidos, vive con su mujer y tres hijos; es obeso y calvo. Ahora su afición es tomar cerveza y hablar de béisbol.

Rita, una mulata hermosa que trabajaba conmigo en la televisión, tuvo dos bodas y un funeral, no Cuatro bodas y un funeral –como la comedia inglesa–, se enamoró de un español con buena posición económica, se casaron y todo iba muy bien, pero a los seis meses el hombre murió de un infarto. La familia de él la ayudó a regresar a Cuba. Pasó un período de depresión, mas luego conoció a un argentino, se casaron y tienen un niño de siete años. Viven en la ciudad de Rosario, sirven en un boliche y organizan competencias de tango.

La gente cuelga disímiles cosas, publica fotos personales, fotos de lugares, videos que le han impactado, trozos de memoria, un poco de cada cual para compartir con los demás; es normal ver que se rompan las fronteras, el silencio, que se puede cruzar al otro lado, al menos por una hora.

Ojalá que próximamente el precio de las tarjetas baje, y la accesibilidad a Internet aumente.

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