Irina Pino
Es un dinosaurio que ha experimentado y se ha nutrido del folk, el rock, el blues y de otros géneros de la música norteamericana, aún sigue en activo y emprendiendo nuevos proyectos.
Pero no es mi interés ahondar en su historia, que todos sus seguidores conocen, ni tampoco hablar del Nobel, sino de un disco que me sedujo por su calidez, por su acercamiento a las emociones de forma sencilla, sin pedir permiso para entrar en el corazón directamente. Shadows in the Night, publicado en 2015, es un fonograma que contiene temas que grabó Frank Sinatra en las décadas del 50 y el 60, sobre el desamor, la soledad, el dolor, emociones auténticas que nunca pasarán de moda.
El empaste de su voz con el ritmo lento de los instrumentos resulta singular, profundo, como si Dylan nos hablara al oído; me conmovieron especialmente: Full Moon and Empty Arms, Stay with Me, I’m a Fool To Want You, The Night We Called It A Day, temas llenos de esa melancolía que acecha y se apropia de nuestro ser, que nos recuerdan nuestros viejos boleros donde solo quedan las cenizas del amor y se hace inalcanzable lo amado.
Aquí, Dylan no es Dylan, está despojado de su esplendor de profeta de la palabra, es un mediador de la ternura, alguien que quiere decirnos su tristeza, sus anhelos, y creo que lo logra, pues se mete dentro y nos hace reflexivos acerca del amor y los sentimientos.
Frank Sinatra no fue su montaña a escalar, como una vez declaró en una entrevista, pienso que se estableció una sintonía entre la “Voz” y Dylan, quien desde su propia sensibilidad es consciente de la verdad que necesita expresar.
Puede ser agradable bailar con estas canciones, enamorarnos, hacer el amor. Hacen falta estas bellas melodías para vivir, y saborear, por qué no, un poco de nostalgia.
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