Irina Echarry
No puedo entrar (aunque soy escritora) en el Instituto del Libro, ubicado en el Palacio del Segundo Cabo, sin dejar una identificación en la puerta y recoger un permiso. Sin embargo, si fuera extranjera, tendría libre acceso no solo a caminar sin que nadie me pregunte a dónde voy, sino a sacar fotos de la bella casa que acoge al Instituto.
Algunas se tapan el rostro con un abanico, otros discuten y me dicen que no puedo sacar fotos si no les pago. Ese fue el caso del señor que obliga a tres perritos salchichas a sentarse o pararse (según su antojo) disfrazados de humanos.
Apenas me dio tiempo a encenderla, una veladora se acercó rápidamente a regañarme (de buena forma). Cuando replico: todos están tirando fotos, ¿por qué no puedo? La compañera amablemente dice: sí, pero ellos pagaron un baro… O sea, pagaron dinero.
La casa museo promueve la cultura de mi país, los que se paran en las calles son cubanos como yo, el Instituto del Libro debe ser la casa de los escritores cubanos. ¿Qué pasa? ¿Por qué no entiendo bien? ¿Ser cubana me limita? ¿Quién puede explicarme?
“No nos pagaron el salario completo ni nos dieron pasaporte [ruso]. Estamos ilegales. Nos estafaron,…
Presentamos las noticias internacionales en breve recopilada por Democracy Now el lunes 6 de mayo de 2024.
“¿Alguien sabe cuántas personas realmente producen valor en Cuba, y a cuánto vago por cabeza…
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