Maltrato animal en Cuba: ¿todas las cartas sobre la mesa?

Irina Echarry

Gavilán en el patio de una casa en 23 y F en Vedado.

HAVANA TIMES — Cada cierto tiempo la Mesa Redonda intenta acercarse a algunos temas sociales en su espacio Sobre la Mesa. Invita a especialistas y con el gancho: “usted es uno de nuestros panelistas”, alienta a las personas a opinar sobre el tema en cuestión a través de llamadas telefónicas o correos electrónicos.

Aunque siempre nos deja con molestias por la superficialidad de los planteamientos, es un termómetro para medir cómo piensa la oficialidad con respecto a algún asunto puntual.

Hace poco pusieron Sobre la Mesa el maltrato animal.

Los invitados: María Gloria Vidal Ribalta, presidenta de la Comisión Nacional de Bienestar Animal; Ciro Bianchi, periodista; y Ana María Domínguez, también periodista que ha abordado el tema en varias ocasiones en el periódico Juventud Rebelde.

Con esos analistas, era de esperar que sobre la mesa colocaran solo algunas cartas, y otras, que exigen un análisis mucho más complejo, se dejaran ocultas.

En el panel no hubo ni un médico veterinario de los que trabaja día a día en las depauperadas clínicas estatales, o de los que participan en proyectos —oficiales o no— que atienden la salud de las mascotas. Habría sido un buen momento para explicar en público la subida de precios de los servicios y medicamentos en los centros veterinarios.

No hubo invitación para alguna de las personas caritativas que, a pesar de las dificultades económicas y la carestía de los alimentos, acogen en su casa o asisten a animalitos abandonados o callejeros. Ese testimonio es fundamental para demostrar que sí se puede socorrer a los animales y que es placentero ver cómo ellos reaccionan a esa ayuda.

También estuvieron ausentes organizaciones independientes del Estado, como por ejemplo Aniplant, que realiza una gran labor de desparasitación, esterilización, rescate o denuncia de maltrato animal, entre otras cosas. Ciro Bianchi la mencionó y agradeció su trabajo, pero hubiera sido interesante que alguno de sus miembros estuviera allí contando sus experiencias, ideas y limitaciones; pues durante años Aniplant ha estado recogiendo firmas y ha presentado proyectos de ley para la protección animal, sin recibir respuesta.

Mostrando el gallo.

Sobre la mesa estuvieron los maltratos cometidos a mascotas muy populares —perros, gatos, caballos— y otras crueldades menos visibilizadas aunque frecuentes, como son las disecciones que los niños realizan a las lagartijas o el acto de cazar murciélagos para hacerlos fumar. Este último, enfocado desde el punto de vista del riesgo que implica para la salud humana.

También se hizo alusión a la moda de capturar pajaritos y enjaularlos con fines de lucro o, simplemente, por el placer de poseerlos; muchas veces sin tener en cuenta la comida o el agua que necesitan. A la incorrecta manipulación de las aves cuando son trasladadas de un lugar a otro; por ejemplo, las palomas son envueltas en papel periódico sin chance para moverse. Otro tanto sucede con las aves encerradas en botellas plásticas de refresco (pepinos) a los que abren agujeros que garantizan la circulación de aire, pero olvidan que el animal no puede apoyar bien las paticas en esos frascos cilíndricos.

Desparasitacion por Aniplant

Un detalle interesante fue la rotunda negación del mito popular sobre Zoonosis; según la doctora Vidal el error parte desde la manera en que lo nombramos, pues la institución se llama Centro de Observación Nacional, y es el sitio a donde se llevaban los animales callejeros y se sometían a vigilancia clínica durante 10 días. Hoy —según la doctora—, esto ha cambiado: es el lugar de recolección y destino de lo que se llama el saneamiento canino de la ciudad, donde los animales permanecen por 72 horas y en ese lapso de tiempo pueden ser reclamados o adoptados. Aceptó que la recogida se realiza de manera brutal, pero lo achacó a una mala manipulación de los trabajadores y a la falta de implementos modernos para la captura. Refutó —junto a la periodista de Juventud Rebelde— que sean el alimento de las fieras del zoológico, pues generalmente son perritos enfermos y no deben estar en la dieta de otro animal.

Para los panelistas el futuro es maravilloso. Una vez que se garantice la educación desde la familia, unida a la labor que puede hacer la prensa, lograrán sensibilizar a la población; por eso seguirán realizando talleres, debates y educando en la responsabilidad, pues si se lograra una tenencia responsable no habría animales en las calles. Bla, bla, bla…

Guardados debajo de la mesa, bien escondidos, quedaron otros asuntos.

Desparasitacion por Aniplant

Por ejemplo: las peleas de gallos, legitimadas por ser parte de nuestro acervo “cultural”. Para esos combates los gallos de pelea son entrenados en la agresividad, y muchas veces disputan hasta que uno de los dos muere. Esa práctica solo fue mencionada, no hubo ningún cuestionamiento sobre su legalidad.

Sin embargo, un amplio segmento del programa fue dedicado a las peleas de perros: desde el criterio de cada uno de los panelistas, hasta llamadas telefónicas de la gente, lecturas de correos electrónicos y la proyección de escenas de la película Conducta. ¿Hay diferencia entre una pelea y otra?

Las dos son igual de violentas, remarcan valores machistas y estimulan las apuestas que sí son ilegales. ¿Será que una es generalmente practicada por gente de pueblo y a la otra se suma gente con altos cargos en el Gobierno? De otra manera no se entiende que exista preocupación por los perros y no por los gallos.

Los rodeos, ese evento tan promocionado por el Ministerio de la Agricultura en sus ferias agropecuarias, donde se abusa del novillo y se humilla al toro, fueron ignorados.

No se habló de las pésimas condiciones de los animales del zoológico; más allá de la deficiente alimentación, la mayoría habita en un reducido espacio donde el libre movimiento es un lujo.

Los animales de laboratorio ni siquiera se contemplaron.

Ningún sacrificio animal fue discutido. No se cuestionó la producción animal para la alimentación. Nadie recordó el desprecio generalizado hacia los cerdos, tanto por los pequeños propietarios como por parte de la industria estatal; hace poco dedicaron dos Mesas Redondas a la producción porcina, parecía que hablaban de zapatos y no de seres vivos. No se habló de la venta de carne de tortuga o cocodrilo, especies controladas, que se realiza a pesar de la prohibición legal. Las gallinas y su estrés constante por el hacinamiento y el encierro, fueron silenciadas.

Veterinario de Aniplant con los niños.

Es comprensible que en el panel tampoco le dieran voz a los que maltratan —de manera consciente o no— a los animales. ¿A quién escogerían? ¿A un ciudadano común o a una institución del Estado?

Según la doctora Vidal, la Comisión que ella preside está trabajando en el tercer anteproyecto de Ley de Bienestar Animal. Resaltando la distinción entre protección y bienestar, planteó que la primera es “la mitigación de daños que afecten la calidad de vida de los animales”, mientras que el bienestar “asegura un perfecto estado de salud físico y mental en equilibrio con el medio”.

Yo, que no soy especialista, creo que da igual la palabra que se emplee, lo que sí no me pareció lógico es que hicieran tanto énfasis —los panelistas y los televidentes que participaron por diferentes vías— en una ley regulatoria contra el maltrato animal y cuando la doctora anunció que muy pronto se entregará el tercer anteproyecto de ley al Ministerio de la Agricultura —para que lo encause por las vías legales—, no se detuvo a comentar por qué no se aceptaron los dos anteproyectos anteriores, qué podemos esperar o no de esa ley.

De todas maneras, después de ver esta Mesa Redonda sobre el tema, es fácil imaginar que no incluirán en las regulaciones asuntos espinosos. Intentarán poner coto a la caza indiscriminada de aves; la pesca de especies en peligro de extinción; las peleas de perros; quizá se implante la obligación de registrar a la mascota en algún sitio, para poder exigir que se cumpla con sus necesidades y evitar que se expongan a peligros callejeros, etc. Todo importante, sin dudas, pero que deja fuera otros temas candentes.

Y para concluir, ¿podría usted imaginar que en un programa sobre maltrato animal recomienden —y no a modo de denuncia— la proyección de Namibia? Ese audiovisual documenta el traslado de los animales donados por el país africano al zoológico de Cuba. Animales que vivían de manera salvaje y fueron capturados, arrancados de su hábitat, para permanecer el resto de sus vidas en cautiverio. ¿Es cinismo o son ideas mías?

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