Viviendo en comunidad en una universidad cubana

Graham Sowa

HAVANA TIMES — Cuando me han preguntado sobre el estilo de vida y las condiciones en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), las he descrito con frecuencia como “cuarteles militares, pero sin la disciplina”.

Históricamente la escuela donde estudiamos era la Academia Naval de Cuba, lo que podría ayudar con la imagen de  6 a 12 personas en una misma habitación, usando taquillas, durmiendo en literas, y estar siempre al alcance de la vista o del oído de al menos unas cuantas personas.

Cuando reflexionaba sobre los dos años que he vivido aquí, y las pocas semanas que me quedan en el dormitorio, he querido comparar la vida en la residencia universitaria con el clásico del cine americano Animal House (Casa de Animales).

Sin embargo, la analogía sería incompleta en muchos niveles, sobre todo si tenemos en cuenta que nuestro recinto se mantiene libre de alcohol (eso si no se tiene en cuenta la cantidad de alcohol en la sangre de los estudiantes que regresan a la beca durante las madrugadas del sábado y del domingo).

Además, vivimos bajo un conjunto de reglas, que la mayoría de los estudiantes universitarios en los Estados Unidos no la asociarían con un estilo de vida sin compromiso (por ejemplo, no poder salir de la escuela de lunes a jueves).

Así que con las limitaciones de salir o beber durante los días de semana, la situación se describe mejor como vivir uno encima del otro. Y es aquí donde funciona la analogía con la Casa de Animales, porque es cuando entra en juego la agresividad pasiva.

La música alta y los gritos primarios son dos salidas habituales de la masculinidad-alfa. Aquí sólo puedo hablar de mis experiencias al vivir entre hombres, ya que la convivencia entre sexos no está permitida en las escuelas cubanas.

La escuela intenta evitar que entremos en un estado de vida que pueda ser calificado como un requisito para la intervención de las Naciones Unidas, limpiando diariamente las áreas comunes de nuestra vivienda, incluyendo los baños (a las personas que hacen este trabajo no se les paga bien).

Ellos hacen un buen trabajo en cuanto a la limpieza, e incluso botan nuestra basura. Me gusta pensar que sacan la basura porque quieren mantener las habitaciones ordenadas, pero sé, por el método de observación, que botar la basura significa que pueden elegir entre las cosas que estamos desperdiciando.

 

También recibimos inspecciones de limpieza todas las semanas por parte de diversos funcionarios de poderes ambiguos: los chicos del uniforme gris que escriben cosas relacionadas con los mosquitos; los funcionarios de salud vestidos de blanco, que se encogen y sacuden sus cabezas; y los instructores, que saben cómo vivimos, pero sienten completamente satisfechos al poder dar una aprobación a nuestras habitaciones, siempre y cuando empujamos todas las cosas debajo de las camas o en nuestras taquillas para cuando pasa la inspección.

Por supuesto que algunos estudiantes no pueden o no quieren vivir en comunidad. Y es por eso que los precios para alquilar una habitación en Playa Baracoa (un pueblo costero en las afueras de provincia Habana) están más cerca de los precios de alquiler de Centro Habana de lo que deberían estar.

Pero ahora, nosotros, (los estudiantes de tercer año), nos disponemos a irnos. La escuela nos dividirá, principalmente por delegación de cada país, y nos envía a diferentes provincias.

Probablemente la mayoría de nosotros no nos veremos nunca más, ni hablaremos unos con otros hasta que volvamos a nuestros países de origen, donde las velocidades de Internet permiten una vida social digital.

Los norteamericanos somos los únicos que sabemos a ciencia cierta para dónde vamos, ya que nos piden acabar nuestros estudios en La Habana. Esto provoca un resentimiento justificado de los otros estudiantes.

Estoy deseando ver la vida comunitaria en La Habana, es decir, si no decido alquilar una habitación fuera de la beca. He escuchado a otros estudiantes de tercer y cuarto año comparar los dormitorios en la ELAM como “palacios” en comparación con lo que les espera en la ciudad.

Entre las cosas que echaré de menos es el ser despertado por el agua corriendo por el baño a las 6 am, ya que comienza a brotar a través de los tubos vacíos y escupir de los grifos como un coro de camellos enojados.

Echaré de menos al estilo de vida compartida, incluso si “compartir” incluye las cosas que no queremos compartir, al igual que los olores y sonidos.

Extrañaré incluso el lugar donde estudiaba, un dormitorio vacío que sirve como almacenamiento para los armarios vacíos.

Pero, sobre todo, echaré de menos a los chicos con los que he vivido durante los últimos dos años. Realmente espero que todos nos transformemos en excelentes médicos.

 

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Noticias

Llega a Cuba algo de leche en polvo donado desde España

La Asociación de Iniciativas Solidarias Alhucema en Sevilla, España también apoya con suministros médicos para…

  • Cancion del Dia
  • Noticias

Africando All Stars – Canción del día

Nuestra banda destacada de hoy es Africando All Stars con músicos de Africa y Nueva…

  • Foto del dia
  • Noticias

Una foto de mi madre en los años 30, Canadá – Foto del día

David Patrick Green tomó nuestra foto del día: "Mi madre disparando una flecha en los…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.