El regreso de las multinacionales a Cuba

Graham Sowa

HAVANA TIMES – El tiempo cura todas las heridas. Después de 55 años las multinacionales regresan a Cuba, y el apellido del presidente sigue siendo Castro.

La explotación de la Isla por la primera, y la nacionalización por el último, parecen haber sido perdonados ya que las corporaciones multinacionales consiguen una participación temprana y toman gran ventaja por delante de los productores locales.

Una evidencia de las prioridades económicas del actual Gobierno fue subrayada hace un par de semanas en los periódicos cubanos. El motivo para el informe del gobierno fue una reunión del Consejo de Ministros.

Dicha reunión se refirió a varios temas. Se habló en sentido general sobre la corrupción (los sectores de refinación y distribución fueron mencionados por su nombre, así que deben haberse portado realmente mal).

Otra observación fuerte fue que tenemos que ahorrar más (¿de qué? Supongo que de todo).

También se señaló que la recuperación económica significa que se deben producir más cosas aquí en Cuba, y que más productos cubanos deben ser vendidos en el exterior.

Recordé todo esto dos semanas después del artículo, porque tuve que lavar mi ropa.

Me encontraba en el barrio habanero del Cerro, en una tienda que vende equipos electrodomésticos y alimentos en pesos convertibles. Mientras miraba las opciones de cuatro tipos de detergentes me enfrenté a un problema que rara vez tengo aquí: ¿cuál comprar?

La elección de la variedad es un dilema frecuente en un país donde el sistema económico hace a la ley de Oferta y Demanda lo mismo que los agujeros negros a la Ley de la Gravedad.

Un detergente costaba 55 centavos (USD 0,60) y el otro e 50 centavos (USD 0,50).

Me decidí por el más barato, un producto cubano.

Después de mirar de cerca mi elección vi caracteres chinos impresos en la bolsa. Lo que tenía en mis manos, el detergente más barato, no era un producto cubano. Fue fabricado en China. El detergente más caro era cubano, hecho en el Cerro, el mismo barrio en el que estaba realizando mis compras.

Entonces recordé los señalamientos hechos en la reunión del Consejo de Ministros.

¿La peculiaridad económica de que la marca local costara un 10 % más que la importada china era producto de la corrupción, de una pobre gestión, o mala planificación económica?

Pensé más. Tal vez solamente fue que alguien en la tienda se confundió con los precios.

NO.

El cajero me confirmó que el detergente que viajó desde el otro lado del mundo era más barato que el detergente que se produce a la vuelta de la esquina.

De acuerdo con las notas emitidas en la reunión del Consejo de Ministros ellos están muy conscientes de que “defectos y limitaciones” en el plan económico provocan contradicciones como la que viví con mi compra de detergente.

Por eso es que el presidente Raúl Castro se apresura con los cambios, que probablemente no fueron previstos como posibles durante los últimos 20 años. Su plan económico, que implica propiedad privada, gestión privada, y la colaboración multinacional, es un cambio drástico en el modelo del Estado-hace-todo, que le precedió.

Pero parece que en toda esta prisa el camino de menor resistencia pertenece a las corporaciones multinacionales, no al espíritu empresarial cubano local.

La prueba de la adquisición multinacional se encuentra en las calles y en las estanterías de las tiendas de La Habana.

Nestle, que no es exactamente lo que le viene a la mente cuando uno piensa en una potencia revolucionaria socialista en el mundo, vende de todo, desde helados hasta la comida chatarra y hasta agua embotellada, en todas partes.

La mitad de Havana Club es propiedad de la compañía multinacional francesa de bebidas Pernod Ricard. Esta multinacional también tiene a Absolute Vodka, licor Kahlúa y el ron Malibu entre sus decenas de marcas.

Las marcas de cervezas Bucanero y Cristal son dirigidas por una multinacional canadiense.

Incluso famosas líneas de tabaco cubano, incluyendo la mayor producción de cigarrillos, ahora son sociedades comerciales entre las empresas estatales cubanas y distribuidores brasileños.

Mi detergente para lavar, como un artículo importado, es el resultado de este aumento de multinacionales en Cuba, como lo es el fracaso de 55 años de política de producción centrada en el Estado.

Si el aumento de la producción local de bienes es un tema serio para el gobierno del presidente Castro, entonces tiene que frenar el crecimiento de las multinacionales y permitir que los cubanos colectivicen los lugares de trabajo, accedan a empresas más grandes, comiencen a recibir préstamos e importen maquinarias y materias primas.

En su informe, el Consejo de Ministros señaló, que en la última década, el país ha importado 680 millones de CUC en cosas que antes se producían en Cuba, incluyendo mi detergente.

Esta tendencia continuará, siempre y cuando el gobierno favorezca a las grandes multinacionales con sus reformas económicas.

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