Control de armas en Cuba y libre posesión en Texas

Graham Sowa

“Los dictadores están de acuerdo: el control de las armas funciona”

HAVANA TIMES – En este momento, en algún lugar de Texas, alguien está usando un pulóver que tiene las fotos de Stalin, Mao y Fidel, con un eslogan que dice “Los dictadores están de acuerdo: el control de las armas funciona”. He visto esta imagen y esa frase reproducidas muchas veces en mi estado natal, un lugar conocido en Cuba y el resto del mundo, por su amor obsesivo a las armas.

Pero si todos los cubanos catalogaran a todos los tejanos como vaqueros portadores de armas y todos los tejanos asociaran a los cubanos con las impotentes víctimas de un Estado omnipotente, realmente no creo que ninguna de las partes se acerque a participar en un debate productivo.

Así que rompamos el estereotipo para unas pocas palabras y veamos a qué otras perspectivas podemos llegar.

Algunas personas de mi estado se sorprenderían al saber que una de las citas de Fidel que a menudo se pintan en vallas y campos de tiro es: “Todo  cubano debe saber tirar y tirar bien”.

En Cuba, todos los varones, y algunas hembras, aprenden a usar armas de fuego y a disparar cuando pasan el servicio militar obligatorio. Algunas personas, especialmente militares, el Ministerio del Interior y los policías profesionales, tienen armas de fuego en sus hogares.

Existe una cultura de caza en Cuba y existen terrenos públicos dedicados a este deporte. El mes pasado oí hablar de una liga de paintball que comenzó en el Vedado, un barrio de La Habana.
Por supuesto, con todo esto dicho, existen advertencias. Los campos de tiro cubanos usan rifles de pellets de aire, a pesar de que 20 pastillas cuestan sólo un peso cubano. El servicio militar es cada vez menos estricto e intenso en la preparación.

Igualmente, nunca he visto una feria de armas o tienda de armas en Cuba. Y tanto la caza como el paintball están, probablemente, mucho más allá del presupuesto del cubano promedio.

A pesar de la presencia de, por lo menos, algunos accesorios de la cultura militar armada en la Isla, veo que la propiedad individual de armas de fuego es vista con desconfianza e incluso desprecio.

Cuando le digo a los cubanos que soy de Texas, por lo general lo que sigue es que ellos realicen una imitación de alguien sacando una pistola de una funda en la cadera, posteriormente me preguntan si soy un vaquero. Por lo general después reímos juntos de este estereotipo exagerado.

Una carcajada debe establecer el tono para un intercambio más jovial, pero con demasiada frecuencia comenzamos a hablar de las armas. Los cubanos quieren saber si es verdad: ¿Realmente en mi estado todo el mundo posee armas de fuego? ¿Por qué? ¿Estamos todos locos? El estereotipo es tan fuerte que ellos asumen, por simple asociación, que todos los tejanos poseen armas.

Generalmente, si tengo tiempo, trato de explicar nuestra afinidad por las armas desde varias perspectivas: la historia de las milicias estatales, la falta de presencia estatal en nuestro país, que se expandía con rapidez, 200 años atrás, el culto que siguió a la segunda enmienda (de la constitución), y el amor por la caza.

Pero por lo general mi explicación de por qué tenemos tantas armas queda reducido a esto: tenemos armamento para sentir que podemos protegernos de otras personas que poseen armas de fuego.

Algunas personas sienten que quieren protegerse de los ladrones y los intrusos, o de los locos que asesinan a 20 infantes que asisten a círculos infantiles o matan a un montón de gente que ven una película. Otros quieren armas para protegerse del gobierno y de la policía.

Sentirse protegido es la excusa que escucho con más frecuencia para justificar el auto abastecimiento de armas de la población tejana. Es nuestro derecho sentirnos protegidos y es nuestro derecho conseguir esa sensación en las armas.

Por lo general esta explicación no me lleva muy lejos con mi oyente cubano. A menudo quieren saber por qué la gente quiere seguir almacenando armas si saben que están haciendo cosas terribles con ellas. ¿No sería más fácil deshacerse de estas? Esta pregunta es simple en su lógica y merece una respuesta igual de simple: No.

En los Estados Unidos, la eliminación de las armas, o un amplio control nacional de estas hubiera sido posible, tal vez, después de la Primera y Segunda Guerra Mundial, cuando la población se sentía un poco más homogénea en el espíritu nacional, pero ya nunca más.

Demasiados intentos poco entusiastas en el control nacional de armas han llevado a la proliferación masiva de armas de asalto al punto, que cada persona que siente que es su derecho divino poseer un arma, ahora tiene diez.

Esto es especialmente cierto en los aburridos hombres de mediana edad que viven en los suburbios y buscan desesperadamente una manera de ser chévere, que no implique pensar o hacer, nada más que ir de compras usando la internet e ir al campo de tiro cada dos meses.

Desafortunadamente  para mi país, y para los niños del círculo infantil de Connecticut, y los amantes del teatro en Colorado, es muy fácil para los asesinos descontrolados conseguir armas. Y, desafortunadamente para mis curiosos amigos cubanos y para todo aquel que quiere respuestas, eso es algo tan loco que es imposible de entender.

Por lo general, yo termino la conversación relacionada con las armas encogiendo mis hombros y murmurando algo sobre las posibilidades del control de armas a nivel local (que parece ser la única opción real en este momento). Porque si nuestra prioridad nacional es dejar que la gente siga disparándose unos a otros, a costa de mantener el derecho de tener a las armas, entonces eso es lo que va a seguir ocurriendo.

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