Evasión, y los motivos

Francisco Castro

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — […] Estuve pensando en la posibilidad real de que esas personas se curen. Bueno no, el alcoholismo no se cura, pero se controla. Además, creo que ellos son demasiado ignorantes como para entender que deben rehabilitarse.

¿De qué vivirán? No creo que el llenado de fosforeras cubra sus gastos. Pero están todo el día en la esquina de la farmacia, y siempre bebiendo.

Se les nota muchísimo en los rostros la destrucción causada por el alcohol. Tienen en los ojos una expresión de insanidad, que cambia a idiotez cuando llegan –o más bien sobrepasan los límites de ebriedad.

Dan lástima. Dejan de ser humanos. ¿Qué miserias en sus vidas los pudo llevar ese estado?

Supongo muy poca inteligencia en las personas que caen en adicciones destructivas. Como el cigarro y el alcohol. […]

Los recientes acontecimientos de envenenamiento, por el popularmente conocido como “alcohol de madera”, que ha tenido un seguimiento diario por el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, me hicieron escarbar en mis papeles para compartir este fragmento de mi diario personal, escrito el 3 de octubre de 2010, cuando vivía en el barrio La Carolina, del municipio San Miguel del Padrón.

Imagino que la gravedad de estos acontecimientos, han dado al traste con la cobertura mediática oficial de que han sido objeto; junto a la no implicación directa –o eso parece, hasta que se demuestre lo contrario- de ningún órgano o institución estatal; y puede pensarse también en la “apoliticidad” del hecho –espanto contra el cual muchos estamos vacunados.

Sin embargo, no se han mencionado las razones por las que hechos como este, o como los que describo en mi diario personal, ocurren en nuestro país.

No se menciona que el alcoholismo gana terreno con espantosa perseverancia entre los cubanos, sin discriminación de edad o sexo.

Y por tanto, no pueden hablar de las causas por las que, cada día, más personas adquieren esta lamentable condición crónica.

Yo por supuesto, tengo mi teoría, y es por eso que escribo y comparto estas “reflexiones”. Sencillamente, la evasión.

Foto: Caridad

Tengo un familiar que vive en un pueblo del oriente cubano, que destila su propio alcohol. Tiene instrumentos de medición, y es capaz de darle toques distintivos de sabor y aroma con caña de azúcar, mangle rojo, entre otras sustancias.

No creo que este familiar mío esté ya enfermo de alcoholismo. Hace muchos años que bebe su propia fórmula, pero no sé qué pasaría si, por alguna razón, no pudiera acceder a esta dosis de evasión.

En este mismo pueblo, se prepara una pócima alcohólica conocida como “walfarina”. Muchas de las personas que la consumen, la mayoría hombres, son fácilmente reconocibles. El sudor que transpiran, y el aliento que exhalan, adquieren un hedor característico.

Cientos de delitos se han cometido en este pueblo, con el objetivo de conseguir las dosis diarias de walfarina. De la misma forma, la destrucción de familias, y varias muertes, son adjudicadas a la ingestión de este veneno. (Esta historia me parece conocida.)

Piensen que, en algún momento de su producción, se utiliza caca de niño. Esto quizás sea un mito. Pero ya sabemos del basamento real que existe en la creación de los mitos.

Yo nunca he visto el proceso, al igual que la mayoría de los consumidores de walfarina. Pero todos parecen conocer, y aceptar, la participación de este “producto orgánico” en la elaboración del brebaje.

¿Por qué, entonces, siguen envenenándose? Además del bajo precio en el mercado: la evasión.

Debemos conocer que “la situación” en el oriente cubano, ha estado históricamente peor que en el resto del país. Se justifica, entonces, que los orientales cubanos tengan más razones para evadirse, y por tanto que el índice de alcoholismo sea más elevado en esta zona del país.

No creo necesario hablar ahora de “las razones de Cuba” para evadirse. Los seguidores de este sitio tienen una idea. Y los que no son habituales, aquí tienen para empezar.

No estoy en contra de la ingestión responsable de bebidas alcohólicas, el consumo moderado de sustancias alucinógenas, e incluso del cigarrillo, aunque sé que hace daño. Así pensaba en el 2010:

[…] muchas veces me he visto tentado por el cigarrillo, por la aureola de sensualidad que lo rodea.

Una vez, sentado en el malecón, extrañé la presencia del cigarrillo, aunque nunca he fumado: no es lo mismo un muchacho sentado en el malecón, mirando el mar, que un muchacho sentado en el malecón mirando el mar, mientras fuma.

El cigarrillo entre los dedos. De los dedos a los labios. Una ligera succión. El humo expandiéndose dentro de los pulmones, causando un silencioso placer (que es lo mismo que una silenciosa muerte), y luego saliendo a través de los labios, envolviendo el rostro. Es mucho más interesante.

Y luego, la mezcla de sudor, perfume a base de maderas y cítricos, y cigarrillos, resulta en un aroma casi afrodisíaco. […]

Pues sí, embriagado de cine negro, pero con los pies en la tierra, yo también me evado de vez en cuando. Sin embargo, creo que mis adicciones no dañan, precisamente, mi salud física.

Articulos recientes:

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

15 años de prisión a la joven que transmitió las protestas

Se intenta suicidar en prisión Fray Pascual Claro Valladares al conocer su sentencia, de 10…

  • Cuba
  • Opinión
  • Segmentos

“Distorsiones” de moda en Cuba

Nada nuevo, pero resulta que la palabra se ha puesto de moda, y esta semana…

  • Cuba
  • Reportajes
  • Segmentos

San Antonio de los Baños, donde el humor dio paso al dolor

Sin electricidad y sin acceso a la red de redes, así pasan los habitantes de…

Con el motivo de mejorar el uso y la navegación, Havana Times utiliza cookies.