El fin de la melancolía
Me levanto de la cama y me miro al espejo. Los pelos revueltos y la cara de basura hacen que baje la vista y tropiece con el teléfono. Miro la hora. 11:30 am. Camino como un zombie hacia la cocina. Preparo mi cafetera de café, que tomaré sin azúcar y con un poquito de leche en polvo.
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