Parque G bajo Ley Seca

Ernesto Carralero Burgos

En el Parque G

HAVANA TIMES — Desde hace unas semanas el conocido “Parque G” se encuentra bajo lo que pudiera llamarse “Micro Ley Seca”.

Después de un tiempo de ausencia fui con unos amigos y nos encontramos con que el quiosco situado ante el semáforo de 23, habitualmente lleno, estaba vacío. En las estanterías todo tipo de bebidas alcohólicas brillaban por su ausencia.

Del otro lado de la calle, en la Casa Balear donde a excepción de los tragos que costaban 15 pesos y ahora han sido subidos a 20, también el resto de las bebidas habían sido retiradas.

En el Cupé de 23 (también vacío) incluso antes de que preguntáramos la dependienta nos expresó con tono cansado:

-Caballero, no sigan caminando que en todo G no se puede vender alcohol los viernes, sábados ni domingos. Bajaron esa instrucción.

Era cierto. Salvo en la Casa Balear, el Café Literario (bautizado por sus visitantes como “Mata Friki”) y el Castillo de Jagua (donde los precios son míticos) en el resto de los comercios no se podían despachar bebidas y estos sitios de por sí reducidos, solo podían vender tragos, así que el interesado quedaba obligado a permanecer allí.

Por otra parte los vendedores de vino casero que normalmente deambulan, se han visto obligados a desaparecer debido a cierto aumento de la presencia policial.

Igualmente los que venden vino en sus propias casas, incluso el casi mítico 666 (marca registrada de la fauna del parque), han parado la venta a causa del acoso estatal.

Ni los propios dependientes saben si la medida es permanente o sólo transitoria.

Es cierto que en Cuba los índices de alcoholismo son alarmantes, pero temo que esta medida ni siquiera está dirigida a este problema concreto. Más bien parece otro de los intentos por desarticular el espacio generado por los frikis.

Por qué si no la prohibición se limita a la calle G y excluye los bares de la zona donde un trago cuesta desde 20 pesos a 2 dólares.

Y por qué las discotecas de la ciudad y sitios como el “Anfiteatro”, donde suelen reunirse los llamados “reparteros” (lugares tradicionalmente violentos) no han sido afectados.

Proverbialmente el ambiente del parque G molesta a las autoridades. La actual disposición sólo abarca los fines de semana, que son los días de mayor afluencia.

Tratan de desmontar el espacio o al menos de crear molestias, ya que los que quieren beber solo tienen que bajar hasta las cercanías de Coppelia donde todo funciona normalmente. O quién sabe si el propósito es elevar las ganancias de otros establecimientos.

De cualquier modo, no creo que se logre otra cosa que reportar pérdidas en los sitios involucrados y a las personas que se ganaban la vida satisfaciendo la demanda existente. Ningún visitante del parque dejará de ir por estas restricciones. La mayoría de los auténticos “frikis” que conozco ni siquiera beben.

Porque en G no se va a sólo a sentarse sobre la hierba, también se va a ser libre y eso es más importante que cualquier bebida.

Mientras tanto un anciano medio borracho se sube a un árbol ante los aplausos generales y alguna que otra persona le ofrece un poco de Habana Club. La policía mira desde lejos, hoy son menos populares que nunca. Nada ha cambiado: “el parque está igualito[i]”.

[i] Parodiando la canción que dice: “el cuartico está igualito…”

 

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