Las bofetadas del subdesarrollo

Ernesto Carralero in Holland.

Ernesto Carralero

HAVANA TIMES — Para un adolescente cubano creo que es una experiencia inolvidable el simple hecho de toparse con una pizza en condiciones, no digamos ya estar en Holanda.

Mi madre, que vive en los Países Bajos, me llevó a pasar las vacaciones con ella. Aunque ya había vivido allí en otra ocasión en ese entonces era un niño y como la mayoría de los niños no le prestaba mucha atención o importancia a la mayoría de las cosas. Ahora que era un adolescente más crítico, más pausado, más consiente del mundo examinar otra vez más el primer mundo fue una experiencia inolvidable.

Creo que el salto de la realidad cubana a la realidad holandesa fue demasiado brusco.

Recuerdo que al principio mientras cruzaba la calle trataba de identificar el ruido como de claquetas y me sorprendía toparme con él en cada semáforo, juro que hubo momentos en los que pensé que me estaba patinando un poco el coco, hasta que me explicaron que es un sistema para que los invidentes sepan cuando la luz esta en verde y que va decreciendo a medida que se acerca el momento de cambiar a la roja.

En otra ocasión mientras salía de una tienda me estrelle contra las ventanas de estas que de tan limpias que estaban no se notaban.

Entonces fue cuando pensé que definitivamente cuando un cubano sale al exterior las cosas que parecen más sencillas son las que nos sorprenden incluso más que los edificios de cabeza o el “Parque de las Flores”.

Mientras salía de un supermercado pude ver a una mujer bastante insultada porque en la entrada un perro había defecado. Un dependiente limpiaba rápidamente la suciedad y me dije que si esta mujer llegaba a La Habana Vieja no ponía un pie en Cuba más nunca.

Cuba no es Holanda estoy seguro de eso. Pero creo que un país no necesita una economía desorbitante para aprender a mantener la limpieza ¿Que trabajo costara a un ciudadano cubano sacar a su perro a pasear y llevar una javita para recoger lo que ensucie? O al estado cercar alguna área verde y dedicarla para esos menesteres como se hace en el primer mundo.

A pesar de las carencias materiales que existen en Cuba creo que en muchas ocasiones podríamos tomar pequeñas acciones individuales que podrían ayudarnos a mejorar. Desgraciadamente el sentimiento de apatía esta tan extendido que son pocos a los que les importa cosas tan mínimas como tener que caminar sin preocuparse por tener que lavar los zapatos al llegar a casa.

En las tiendas supe que si reciclabas los pomos vacíos de refresco te daban un tique para que otro que compres te salga más barato. Mientras que en mi país veía como las recogidas de materia prima son casi acontecimientos sociales me doy cuenta que con un pequeño incentivo la gente pone de su parte al otro lado del mar ¿No podría una tienda cubana hacer lo mismo y de paso así volver más asequibles para el pueblo los caros pomos de refresco? ¿No sería esto rentable y a la vez educativo?

Pero lo que más me asombro es las ganas de hacer y de mejorar algo que desgraciadamente no veo en Cuba. El cubano se ha adaptado a que las calles estén sucias y los latones de basura desbordados por lo tanto no mueven un dedo para cambiarlo.

Esa fue la más dura de las bofetadas que me dio el subdesarrollo el darme cuenta que muy pocos les importa mejor algo aunque esto esté a su alcance.

 

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