Y yo pa’ arriba ‘e la caliente

Erasmo Calzadilla

Jovenes cubanos

El título de esta entrada es el estribillo de un reguetón muy pegado.  El reguetón tiene mucho que ver con los adolescentes, y hoy por hoy yo también.

Conté en otra ocasión que la universidad no me contrató más para impartir filosofía y tuve que salir corriendo a buscar trabajo en medio de un panorama laboral grave.  Todos los centros que visitaba tenían sus plazas vacantes congeladas, pero luego de mucho andar hubo uno que finalmente me abrió los brazos sin tanta averiguación: el pre de Mantilla.

Hace no mucho dejaron de existir de la noche a la mañana los “pre en el campo,” y en cada municipio de la ciudad se inventaron de la nada escuelas para acoger a los que ingresaran a la enseñanza media superior; una de estas fue instalada en la periferia del ya periférico barrio de Mantilla.  Allí fue a parar quien les escribe.

Nada más puse un pie en el lugar, y tras un breve vistazo a mis títulos, que no hacen bulto, ya me querían contratar como profesor a tiempo fijo.

¡Qué extraño, no me pidieron cartas del CDR, ni una autobiografía, ni el currículum; no han reparado en la mancha que brilla en mi expediente, ni han tenido en cuenta que no voté en las últimas elecciones!

No, no es un milagro, es que andan desesperados sin maestros y no pueden darse el lujo de escoger, si no, otro gallo cantaría.

Y como yo tampoco tenía muchas opciones decidí lanzarme “pa arriba de la caliente” ¿Pero qué es la caliente?  ¿Por qué si el salario no es bajo nadie quiere trabajar allí?  Ya me lo imaginaba, pero no tardé en confirmarlo: la caliente (bueno una de las calientes) es el trato con los estudiantes.

Lo peor no es lo mal preparados que están (algunos no recibieron clases de asignaturas importantes como matemática durante varios años de su vida escolar), lo difícil es pararse en un aula hacinada (más de 40 muchachos intranquilos) a impartir un contenido que en la mayoría de los casos a los chicos no les importa, y en esas condiciones conseguir la disciplina mínima imprescindible para que la clase fluya.  Hasta el más templado de carácter se expone a perder el tino en el empeño.

Por lo presenciado hasta ahora el método más recurrido (no el único) para conseguir el clima “pedagógico” apropiado es la violencia (disfrazada y sutil en unos casos, en otros o no, pero sin llegar a la violencia física).

No es culpa de nadie, la estructura misma la genera, la estructura derivada de todo lo que viene aconteciendo en este país.

No es fácil evitar la violencia, incluso yo que ando avisado y consciente, que trato de prescindir de ella, a menudo me arrastra su dinámica.

Ha pasado menos de un mes desde que empecé y ya tengo historias como para escribir varios libros.  Espero seguir compartiéndolas en el  Havana Times hasta que me “descubran” y …

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