Erasmo Calzadilla
HAVANA TIMES — Leyendo un post de Warhol P. regresó a mi memoria un episodio “simpático” que tuve el honor de co-protagonizar llegando a Dallas.
Un grupo de cubanos asentados por acá organizó una especie de motivito de recibimiento. Corrían los días festivos de fin de año.
¿Y con qué música torturaron al homenajeado durante varias horas? Adivinaron, reguetón a pulso, reguetón y sin pausa. Podría decirse que salí de Cuba huyendo de la cultura reguetonera más que de los Castro, así que pueden imaginarse cómo me sentí durante la primera la mitad del “party”.
Pero cuando ya la fiesta había cruzado su cenit y todo el mundo tenía unos tragos encima comprendí que podía usar mi Smartphone para cambiar la música, y me dispuse a la venganza.
Empecé con cantos chamánicos de los indígenas norteamericanos, pasé a la nueva trova cubana, transité por viejo country de Texas, Deep Metal, Rock Psicodélico, música folclórica esquimal, “Las Ballenas” de Roberto Carlos, Paisaje Con Río… Poco a poco lo estaba consiguiendo, que la gente se aburriera y se fuera, pero a un ritmo demasiado lento.
Los que quedaban clamaban por otro disk-jockey o usaban sus respectivos teléfonos para castear reguetón; ya nadie se acordaba que era MI fiesta de bienvenida. Y que viva la machanguería cubana, la guapería de barrio, la especuladera, el culto a la violencia, al dinero y la mujer tratada como objeto sexual.
Pero de pronto se me ocurrió una gran idea jodedora: ¡Música del Estado Islámico! El efecto fue explosivo -valga la redundancia- como un cubo de agua fría lanzado sobre el calor de la cumbancha. Aquello se paralizó.
Alguien dijo: “Ahora todos seguidos de cerca por la Seguridad del Estado (la Agencia de Seguridad Nacional) por estar en un sitio donde se escuchó la música de esos locos. Otro amigo con seso trató de convencerme de que no solo se trataba de miedo a los vigilantes, sino, sobre todo, de desacuerdo con el movimiento islámico extremista: esa gente oprimen a las mujeres, odian la libertad, matan a los gays y a todos los que no sean de su religión… La atmósfera se puso un poco seria.
Yo tampoco apruebo su modus operandi ni defiendo sus valores -respondí- pero comprendo que la ley acción/reacción no solo funciona en la física. A buen entendedor con pocas palabras bastan.
Perdí el derecho a castear música durante el resto de la noche y quedé con el sabor amargo de haber llevado el juego demasiado lejos. Los reguetoneros de Dallas me han perdonado aunque ya nunca me invitarán a una de sus fiestas.
Pero el kid de este cuento no es mi fobia al reguetón, sino la que despierta en casi todos por acá la Agencia de Seguridad Nacional. Gracias a E. Snowden el mundo sabe ahora que ELLOS tienen fácil acceso los datos recopilados por Etecsa* -digo por Google, Facebook, Microsoft y el resto de las empresas que monopolizan nuestra información privada- y pueden consultarlos sin necesidad de una orden judicial. A nadie le gustaría pasarse unas vacaciones pagadas sin fecha de retorno practicando “buceo” en la bahía de Guantánamo.
Uno de acá que conoce bien nuestro país cuenta un chiste bueno al respecto: “En Cuba la Seguridad del Estado pasa mucho trabajo instalando micrófonos secretos, en EEUU nosotros pagamos altos precios por adquirir los dispositivos que nos espiarán.”
El número de estadounidenses que muere anualmente a causa del terrorismo es mucho menor que la cantidad de decesos provocada por armas de fuego*. Sin embargo, los esfuerzos por vigilar la vida privada de las personas con el pretexto de evitar el terrorismo tienen mucho más apoyo gubernamental que los destinados a controlar la venta de armas de fuego. ¿Por qué será?
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Notas:
Jodie Newell de Estados Unidos tomó nuestra foto del día: "Lake Sabrina" en California, EUA.
En Cuba, el discurso oficial de intolerancia se entrelaza directamente con la deshumanización de aquellos…
El grupo folclórico Malinche se unió a Carlos Mejía Godoy y TrovAzul para presentaciones en…
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