Soy comunista y respaldo esa marcha

Foto: Juan Suárez

Por Erasmo Calzadilla

HAVANA TIMES – Bueno, el título era un poco para llamar tu atención. En realidad, no soy comunista en el sentido popular macabro de la palabra, aunque sí un poco marxista. ¿Por qué? Ya que como al moreno de Treveris, también me fascina, y preocupa ese fenómeno social conocido como concentración de capital.

Ese es un monstruo que se ha ido en vicio, creciendo sin contrapesos ni balances, convirtiéndonos en zombies a su servicio. Increíble ver a tanta gente cegada ante la destrucción medioambiental, cultural y social que su expansión provoca. Ideología, le llaman los marxistas; vivir en la Matrix, le dicen ahora.

La misma razón por la que también soy un poco anarquista. Porque frente a una sociedad atomizada, el Leviatán, enyuntado al Capital por cierto, se ha convertido en otro gran poder incontestado. Una institución a la que, en papeles, delegamos la función de administrar la cosa pública, pero que ha terminado administrándonos y controlándonos a nosotros mismos. Y lo peor es que ya lo asumimos como algo natural; ¿estaremos convirtiéndonos en hormigas?

La misma razón por la que soy visceralmente antipatriarcal entre patriarcas patriotas, y la misma por la que me estoy revolviendo contra un feminismo que atenta impunemente contra derechos humanos básicos, como la presunción de inocencia y el derecho al honor.

Seguro ya captaste mi punto. A la sociedad humana la entiendo como una especie ecosistema delicado. Cualquier actor principal (gobierno, partido, mercado, institución, ideología, religión, hermandad) que logre aniquilar a la competencia, el resto de los actores que podrían fungir como moduladores de sus excesos, termina tarde o temprano, como cualquier monopolio, produciendo efectos perversos:

Degenerando en el cumplimiento de su servicio social original, sometiendo y parasitando a sus clientes cautivos, y convirtiéndose a la larga en carcasa esclerótica enquistada que no puede reaccionar a a los cambios y los retos sino con violencia.

¿Se acuerdan de aquellos tres sistemas políticos de Aristóteles, con sus tres respectivas desviaciones? De la monarquía a la tiranía, de la aristocracia a la oligarquía, de la república a la democracia (que hoy llamaríamos populismo), y de un socialismo sano a un “comunismo” totalitario, dictatorial y demagógico se desciende por una calle llamada demolición del ecosistema de poderes.

Cada pueblo tiene el derecho de ir probando lo que mejor le conviene. Lo importante es no quemar las naves, mantener viva la capacidad de repensar el camino tomado y rectificar el rumbo a partir de los errores.

Y, en mi modesta opinión, la única manera de evitar la esclerosis, que inevitablemente el poder va gestando, es mediante la existencia de una oposición abierta, activa, poderosa, siempre a un paso de reconquistar el timón.

En el mundo donde vivo las empresas fastidian todo el tiempo con encuestas. La gente usualmente no está para eso, pero ellas prefieren molestar un poquito, o incluso pagar, a cambio de tener la valiosísima oportunidad de conocer la opinión de sus clientes y hacer cambios para atraerlos.

Pero el Gobierno cubano, en lugar de ponerse muy feliz por esa gran e inesperada encuesta de opinión que fue el 11 de julio, y será el 15 de noviembre, ha decidido practicar su deporte favorito: demonizar, desprestigiar y reprimir a quienes no aplauden su desempeño y lo expresan abiertamente. Así se demoren en escuchar y rectificar, así de grave será más tarde el choque de las placas tectónicas, con las peores consecuencias para casi todos excepto aquellos oportunistas inescrupulosos prestos a pescar en río revuelto.

Entonces, ¿se puede ser marxista, revolucionario, de izquierda y estar a favor de la marcha pacífica en Cuba a misma vez? Pues claro que sí. Solo basta que:

  • Te preocupe que el poder creado por los seres humanos: dígase Capital, Estado, Clero, Inteligencia Artificial, Fuerzas Armadas, … (y en el peor de los casos todos aliados)… se aliene y levante contra ellos mismos.
  • Estés precavido de que cualquier poder no contestado degenera en casta gobernante, ineficiente y represiva.
  • Defiendas derechos humanos básicos elementales, como los plasmados en la Carta de las Naciones Unidas, que incluye el de la libre expresión y manifestación púbica de tus ideas políticas.
  • Tengas suficiente sangre en las venas para revolverte ante la violencia desatada por esbirros profesionales y paramilitares, armados todos, contra manifestaciones pacíficas.

Lea más del diario de Erasmo Calzadilla aquí.

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